El secreto de Lady Audley by Mary Elizabeth Braddon

autor:Mary Elizabeth Braddon [Braddon, Mary Elizabeth]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1862-04-23T05:00:00+00:00

Capítulo IX

Comenzando por el otro extremo

Robert Audley paseaba tranquilamente por el bosquecillo deshojado, bajo los árboles desnudos y sin sombra en un día gris de febrero, pensando en el descubrimiento que acababa de realizar.

«Lo que tengo en la libreta —consideró—, establece un claro vínculo entre la mujer cuya muerte notificaba el Times y la mujer que gobierna en la casa de mi tío. La historia de Lucy Graham termina de forma abrupta en el umbral de la escuela de la señora Vincent. Lucy llegó allí en agosto de 1854. La maestra y su ayudante así me lo han asegurado, aunque no recuerdan de dónde venía. Asimismo, desconocen por completo lo que ocurrió desde el día en que nació hasta el que llegó a la escuela. Me resulta imposible descubrir algo más sobre el pasado de milady. ¿Qué puedo hacer si deseo mantener la promesa que le hice a Clara Talboys?»

Continuó paseando mientras la pregunta le daba vueltas en la cabeza, envuelta en una sombra mucho más oscura que la que proyectaba sobre su rostro el crepúsculo invernal, y sintió que una pesada mezcla de dolor y temor se apoderaba de su corazón.

«Mi obligación, aunque me resulte dolorosa y me lleve poco a poco al hogar que amo, provocando ruina y desolación a mi paso —pensó—, está bien clara. Debo comenzar por el otro extremo… debo comenzar por el otro extremo y averiguar la verdadera historia de Helen Talboys desde el momento en que George se marchó hasta el día del funeral celebrado en el cementerio de Ventnor.»

El señor Audley detuvo un coche de caballos que pasaba por allí y se dirigió hacia sus aposentos.

Llegó a Fig-tree Court a tiempo para escribir unas líneas a la señorita Talboys y enviar la carta en St. Martin’s-le-Grand antes de las seis.

«Así me ahorraré un día», pensó mientras se dirigía hacia la Oficina Central de Correos con su breve misiva.

Le había escrito a Clara Talboys para que le dijera cuál era el nombre del pequeño pueblo costero en el que George había conocido al capitán Maldon y a su hija. A pesar del afecto que había unido a los dos jóvenes, Robert Audley apenas conocía las amistades que George había entablado durante su breve vida de casado.

Desde el momento en el que George Talboys había leído el obituario de su esposa en las columnas del Times, Robert había evitado hablar sobre la dulce historia de amor que había acabado de forma tan cruel, de la relación que había sido borrada de un plumazo.

¡Era un episodio tan doloroso! ¡El recuerdo de la marcha le causaba remordimientos tan amargos! ¡Ella debió de sufrir tanto mientras esperaba su regreso! Robert Audley era consciente de todo ello y no le sorprendía el silencio de su amigo al respecto. Los dos habían evitado, tácitamente, hablar sobre la dolorosa historia, y Robert apenas sabía nada de lo que le había ocurrido a su amigo durante ese año, como si no hubieran vivido juntos en los acogedores aposentos de Temple.

La carta

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