El pez en la Luna by Shion Miura

El pez en la Luna by Shion Miura

autor:Shion Miura [Miura, Shion]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2021-11-15T00:00:00+00:00


* * *

Sentados en el borde de la sala que daba al jardín al que traerían los libros, Mashiki y Senagaki tomaron unos onigiri[18] y una sopa de miso con cerdo y verduras. Cuando la viuda trajo un plato de pollo cortado en bocados karaage recién frito, los dos perros que yacían en el suelo del jardín se incorporaron a toda prisa.

—No se lo den a ellos. Especialmente a Gon…

Antes de que la viuda terminara de hablar, el perro negro arrebató un trozo de pollo del plato de Senagaki.

—¡Ah, maldito cabrón…!

Mashiki trató de calmar a Senagaki y su enfado infantil, se volvió hacia el perro blanco, que lo miraba fijamente, y preguntó:

—¿Tú también quieres uno?

El perro blanco paseó la mirada de su ama a Mashiki y al revés, y luego se retiró con aire manso.

—Qué inteligente es Mir —dijo Mashiki con admiración.

La viuda asintió:

—Me da incluso algo de pena, porque Gon siempre se lleva lo mejor.

Gon, como si no hubiera hecho nada, jugueteaba con las flores del jardín.

—Gon es como tú, Senagaki.

—¿En qué sentido?

—En ser un glotón y en actuar con astucia.

—No soy tan rastrero, ¿me oyes? —replicó Senagaki mientras extendía la mano hacia su quinto onigiri.

Mashiki dejó de hacer caso a Senagaki y se dirigió a la viuda:

—Nos hemos estado preguntando si usted no piensa quedarse con ningún libro.

—No, porque me duele mantener el apego.

Senagaki se introdujo un trozo de pollo en la boca y luego dijo:

—No está nada mal sentir apego, ¿no, señora? Al ver los libros del despacho, nos hemos dado cuenta de lo mucho que el señor Iwanuma los apreciaba. No solo los tenía de decoración, sino que se los leyó todos. ¿No se arrepentirá de desprenderse de ellos por completo?

Tras reflexionar un rato, ella levantó la mirada.

—Tienen razón. Entonces, por favor, déjenme uno que ustedes consideren mejor para mí. Pediré lo mismo al librero que viene por la tarde, puesto que no me siento demasiado segura teniendo solo de referencia el precio de tasación para comparar el ojo experto de cada uno.

Senagaki y Mashiki se miraron perplejos.

—Qué crueldad, señora —protestó Senagaki.

—¿Es que no estaba de nuestra parte esta mañana? —inquirió Mashiki.

—Para una vez que voy a presenciar una competición, cuantos más requisitos haya, más interesante será, ¿verdad? —Se rio divertida.



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