El misterio de la bala perdida by Richard Osman

El misterio de la bala perdida by Richard Osman

autor:Richard Osman [Osman, Richard]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2022-09-01T00:00:00+00:00


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—Pero ¿cómo asesinas a alguien en la cárcel? —pregunta Mike Waghorn.

Andrew Everton ha cumplido con lo prometido y ha hecho algunas indagaciones sobre Heather Garbutt. Están en los muelles de Fairhaven, té en mano. Mike saluda con la cabeza a unos cuantos curiosos emocionados.

—Pues es más fácil de lo que crees —dice Andrew Everton, tratando de soplar por el agujerito en la tapa de su vaso—. Aunque desde el ministerio me han hecho hoy las mismas preguntas.

—¿No había cámaras de seguridad? ¿No se ve a nadie entrando en su celda? —Mike tiene que inaugurar un skatepark a las once y Andrew Everton ha accedido a reunirse con él antes. El presentador es consciente de que no todo el mundo puede disponer del comisario jefe a su antojo. Son ventajas del oficio.

—Hay cámaras por todas partes —dice Everton—, pero la que necesitamos quedó fuera de juego misteriosamente. Se han borrado dos horas de grabación del rellano de Heather Garbutt.

—Dios —dice Mike—. ¿Es algo que ocurre a menudo?

—Antes sí —reconoce Andrew Everton—. Y todavía pasa. Un puñado de libras en el bolsillo indicado y datos borrados.

—Pero eso apunta directamente a que se trató de un asesinato —señala Mike—. Eso y la nota que dejó.

—Eso parece —coincide Andrew Everton.

—Tiene que estar relacionado con Bethany —dice Mike mientras saluda a una mujer que pasa en un carrito eléctrico—. Tiene que estarlo, ¿no? La mujer estaba a punto de salir de la cárcel, teme por su vida y ¿de pronto aparece muerta?

—Sinceramente, en la cárcel, nunca se sabe. Es un mundo aparte. Pero, si me apuras, te diría que, sí, debe de haber una relación. No es mi línea oficial, pero te lo digo en confianza.

—Te lo agradezco, Andrew. Entonces, si descubrimos al asesino de Heather Garbutt, también habremos descubierto al asesino de Bethany, ¿no?

—Quizá —dice Everton. Se fija entonces en un joven con chándal que se pasea por el muelle con las manos metidas en los bolsillos. ¿Adónde irá tan temprano? ¿Qué lleva en esos bolsillos? El final del muelle es un buen sitio para un encuentro discreto. ¿A quién va a ver ese muchacho? Él a veces echa de menos pisar las calles, volver a la brecha, fiarse de sus instintos. Le gusta la política del cargo que ocupa, pero echa de menos el trabajo de investigación.

—¿Y quién pudo tener acceso a su celda? —pregunta Mike.

—Los guardias. Los estamos investigando. Y también otras reclusas, si se confía en ellas.

—¿Pudo matarla otra presa?

—Hay muchas asesinas entre esas paredes —responde Andrew Everton.

—¿Y también desconectó la cámara de seguridad? Me parece increíble que una reclusa pueda hacer eso.

—En nuestras cárceles, algunos presos están mejor relacionados que otros —explica Andrew Everton.

—Así que otra presa pudo entrar como si nada en su celda, coger las agujas de hacer punto y…

—¿Le importa? —pregunta un hombre con un mono de pintor al tiempo que saca un móvil—. Normalmente no lo haría, pero mi madre es una gran seguidora suya.

El presentador asiente y sonríe para un selfi con el recién llegado.

—No cejaré, Mike —dice Andrew Everton—.



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