El lenguaje de las piedras by Robert Carter

El lenguaje de las piedras by Robert Carter

autor:Robert Carter [Carter, Robert]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2004-01-01T00:00:00+00:00


¡Escarcelas… cadera!

¡Musleras… muslo!

¡Rodilleras… rodilla!

¡Grebones… parte inferior de la pierna!

¡Escarpes!

Faltaba un escarpe, pero afortunadamente, cuando Sir John dio contra el pie del hombre, le dio la vuelta a la hoja de la espada en el último momento. Por último, dejó que el «chupa» se sacara la armadura y le dio un penique de plata por las molestias causadas. El hombre se marchó tambaleándose con cierta indecisión.

—¿Veis cómo las curvas desvían los golpes? Nunca prefieras una espada con chapa de plata, no importa lo pesada que sea la hoja. ¡Elegid esto!

Observaron a Sir John blandir una maza terminada en pincho. Los llevó hasta un viejo peto, atado sobre un saco de arena levantado sobre un palo. Alguien había dibujado burdamente un corazón en el centro de la armadura. Cuando asestó un golpe con la maza, el peso del arma dirigió su punta de cinco centímetros directamente hacia la parte más plana de la hoja. Y cuando la sacó, un reguero de arena cayó al suelo.

—¡Muerto! —exclamó Edward.

—Como el clavo de una puerta —respondió Sir John.

Will vio la arena e imaginó cómo se sentiría si fuera su corazón el que sangrara de una herida. Este pensamiento le secó la boca.

Sir John los llevó hasta el tronco de un árbol y les enseñó su espada. Estaba lo bastante afilada como para pelar fruta. Después, les mostró cómo, a manos de un experimentado espadachín, podía partir la cabeza de un verraco vivo en dos de un solo golpe. Will no se desmayó ante semejante visión, aunque Edward lo estuvo observando de cerca para ver si sucumbía. Durante el resto del día, tuvo que tener mucho cuidado en no darle a Edward ninguna pista de que la sangre le disgustaba, porque sabía que si se enteraba, nunca dejaría de recordárselo.

Esa noche, Will tuvo una terrible pesadilla. El sueño empezó bien, caminando con Willow cogidos de la mano en el bosque de Wych, pero después se les apareció un hombre con armadura que era mucho más alto que él. Su adversario blandía una alabarda como la que había utilizado Sir John, y la sostenía en su mano con una fuerza irresistible. Cuando el guerrero golpeó su arma contra un árbol, éste se partió y dentro apareció el esqueleto de Will. Willow huyó corriendo y llorando; junto al árbol lloraban Eldmar y Breona, pero también, riéndose de él, estaban sus auténticos padres: la duquesa y la figura de la Muerte.

Cuando se despertó, estaba empapado en sudor. Tiró al suelo sus mantas y se fue a buscar agua, pero se le congelaron los pies al tocar el suelo frío y húmedo de piedra. ¿Qué le había detenido? El jarrón del agua estaba goteando. Le caían unas gotas en los pies. El agua empapó el suelo, filtrándose entre las grietas de las piedras. Pero Will creyó haber oído algo más fuera, y de repente se acordó de la Piedra del Dragón.

La piedra había sido enterrada, encerrada en algún sótano húmedo al cuidado del sanador Gort, el cual se había negado a hablarle al respecto.



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