El invierno del mundo by Ken Follett

El invierno del mundo by Ken Follett

autor:Ken Follett [Follett, Ken]
La lengua: spa
Format: epub, azw3, mobi
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2012-01-01T05:00:00+00:00


VIII

Volodia se encontraba a las puertas de los almacenes Wertheim, justo enfrente de Alexanderplatz, a las dos y media de la tarde. Había inspeccionado la zona varias veces, en busca de hombres que pudiesen ser policías vestidos de civil. Estaba seguro de que no lo habían seguido hasta allí, pero cabía la posibilidad de que algún agente de la Gestapo de paso lo reconociese y dedujese lo que se traía entre manos. Un lugar concurrido era el mejor camuflaje, pero no infalible.

¿Eran ciertos los planes de invasión? De serlo, Volodia no permanecería en Berlín mucho tiempo más. Se despediría con un beso de Gerda y Sabine. Y probablemente volvería a la sede de los servicios secretos del Ejército Rojo en Moscú. Anhelaba pasar algún tiempo con su familia. Su hermana, Ania, tenía gemelos a los que él aún no había visto. Y creía que le sentaría bien descansar un poco. El trabajo clandestino conllevaba una tensión permanente: dar esquinazo a los agentes de la Gestapo que lo seguían, organizar encuentros secretos, reclutar espías y preocuparse por las posibles traiciones. Agradecería pasar uno o dos años en los cuarteles generales, si es que la Unión Soviética sobrevivía tanto tiempo. Otra posibilidad era que lo enviasen a otro destino en el extranjero. Le apetecía Washington. Siempre había deseado conocer Estados Unidos.

Se sacó del bolsillo un pañuelo de papel arrebujado y lo tiró en una papelera. Un minuto antes de las tres, encendió un cigarrillo, aunque no fumaba. Dejó caer cuidadosamente la cerilla entre los pliegues del pañuelo y se alejó.

Segundos después, alguien gritó: «¡Fuego!».

Justo cuando todo el vecindario miraba hacia la papelera en llamas, un taxi se detuvo a la puerta de los almacenes, un Mercedes 260D negro. Un apuesto joven con uniforme de teniente de las Fuerzas Aéreas se apeó de él. Mientras el teniente pagaba al taxista, Volodia subió al coche y cerró de un portazo.

En el suelo del taxi, donde el conductor no podía verlo, había un ejemplar de Neues Volk, la revista nazi de propaganda racista. Volodia lo cogió, pero no lo leyó.

—Algún idiota ha prendido fuego a una papelera —dijo el taxista.

—Al hotel Adlon —le indicó Volodia.

Por el camino hojeó la revista y verificó que entre sus hojas había escondido un sobre de color beige.

Ansiaba abrirlo, pero esperó.

Al llegar al hotel bajó del coche, aunque no entró, sino que franqueó la Puerta de Brandeburgo y se internó en el parque. Los árboles lucían vívidos brotes. Era un día cálido de primavera y mucha gente paseaba.

La revista parecía quemarle las manos. Volodia encontró un banco discreto y se sentó.

Volvió a hojear la revista y, protegiéndolo de la vista con ella, abrió el sobre de color beige.

Sacó de él un documento. Era una copia de carbón, mecanografiada y algo borrosa, pero legible. Llevaba un encabezamiento.

DIRECTIVA N.º 21: OPERACIÓN BARBARROJA

Federico Barbarroja era el nombre del emperador alemán que había encabezado la tercera cruzada en el año 1189.

El texto comenzaba así: «La Wehrmacht alemana debe estar preparada, antes incluso del fin de la guerra contra Gran Bretaña, para derrotar a la Unión Soviética en una rápida campaña».



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