El hombre nuevo by José Morales

El hombre nuevo by José Morales

autor:José Morales [Morales, José]
La lengua: spa
Format: epub
editor: RIALP
publicado: 2019-03-26T00:00:00+00:00


5Camino, 295.

6 Alonso Rodríguez, Ejercicio de Perfección, 618.

7Camino, 728.

8 Simeón el Nuevo Teólogo, Capítulos Teológicos, 3, 29.

9Oficio divino, Himno de Laudes, Domingo I y III.

VI. MILICIA Y UN COMBATE

'El Reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan' (Mt 11, 12).

He aquí una de las frases paradójicas del Evangelio, que parece contradecir otras palabras de Jesús, que proclaman bienaventurados a los pacíficos (cfr. Mt 5, 9). En realidad no existe contradicción alguna. Es que el Reino de los cielos se introduce en el mundo con tensión. Es un bien arduo y relativamente difícil de conseguir. Cada uno ha de darlo a luz dentro de sí mismo, y luego sacarlo al mundo mediante sus obras. Es todo un proceso, en gran parte silencioso, que no se puede llevar a cabo sin desencadenar grandes energías hacia dentro y hacia fuera.

Violenti rapiunt! Esos mismos hombres y mujeres que han aprendido a hacerse violencia a sí mismos por el Reino de los cielos pueden ser, y de hecho son, los más pacíficos de la tierra. Basta mirar, para comprobarlo, el curso de la historia de la Iglesia, que tiene como principales protagonistas a cristianos que han tenido el valor de despreciarse a sí mismos por amor de Dios y de los demás, y han dejado en torno a sus vidas una huella imborrable y duradera de paz.

Francisco de Asís, el Pobrecito, es en este sentido una de las figuras más significativas y conmovedoras. Las paradojas evangélicas de las bienaventuranzas se realizan en él de modo formidable y sobrecogedor. El colosal combate interior de Francisco, que no se produce en un instante sino en una secuencia casi permanente de luchas interiores, le prepara y capacita gradualmente para ser el más pacífico de los hombres de su tiempo.

Recuerda en ese aspecto, como también en muchos otros, la persona adorable de Jesús de Nazaret. El manso Cordero de Dios, que es la realización perfecta de la paz divina y humana, es el único ser capaz del combate supremo que le lleva a inmolarse interior y místicamente en la Cena Pascual y cruenta y exteriormente en la Cruz. El combate absoluto y la paz absoluta se funden en la vida y acción del Hijo del Hombre.

Jesucristo es nuestra Paz, como lo era en Francisco de Asis y lo es en innumerables cristianos, a condición que entendamos el sentido del combate espiritual y nos animemos a vivirlo.

Durante los tiempos primeros del cristianismo, la vida cristiana en el mundo era considerada y llamada militia Christi, y el cristiano, hombre o mujer, llevaba el honroso nombre de milites Christi. El bautizado se había enrolado a las órdenes de un Rey pacífico, que había vencido al mundo y lo había hecho en un combate que seguía su curso hasta el fin de los tiempos.

Las fuerzas del mal y los hombres que las representan en cada momento de la historia, tratarán siempre de entorpecer y obstaculizar la misión cristiana. Jesús dirige a Saulo en el camino de Damasco la conocida pregunta: 'Saulo, ¿por qué me persigues?' (Hch 9, 4).



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