El guardián de los objetos perdidos by Ruth Hogan

El guardián de los objetos perdidos by Ruth Hogan

autor:Ruth Hogan [Hogan, Ruth]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-04-23T00:00:00+00:00


En The Moon is Missing se celebraba el velatorio simbólico de un antiguo entrenador de boxeo y tratante de caballos llamado Eddy O’Reagan el Burro, que había fallecido a los noventa y dos años. Saltaba a la vista que los partícipes llevaban ya un rato largo brindando por el querido difunto, porque todos estaban muy animados, bulliciosos y sentimentales. Laura y Sarah se las arreglaron para colarse en un reservado y mientras comían salchichas a la cazuela y puré de patatas que Sarah regaba con una copa de vino tinto de la casa y Laura con una Coca-Cola light, se pusieron al corriente de sus vidas. Habían hablado brevemente al morir Anthony, pero desde entonces Sarah había estado trabajando en un caso que acababa de llevarse a los tribunales.

−¿Lo has ganado? −preguntó Laura.

−¡Naturalmente! −dijo Sarah, hurgando con el tenedor en el pastoso plato de salchichas con guisantes que tenía justo delante−. Pero no te preocupes por eso. Cuéntamelo todo.

Laura obedeció. Le contó lo del testamento y la carta de Anthony; lo del estudio lleno de objetos; lo de haberse escondido de Sunshine; lo de ser la comidilla del pueblo; y lo de Felicity.

−Hasta cierto punto es una gozada; la casa es preciosa, pero el departamento adjunto de objetos perdidos es otra historia. ¿Cómo voy a devolver todo ese material? Es una locura. Y no sé qué hacer con Sunshine, no hay la menor garantía de que la página web funcione y la mayoría de los vecinos piensan que soy una puta que solo se interesa por el dinero. Terminaré viviendo en una casa llena de ratones, telarañas y objetos ajenos hasta que cumpla ciento cuatro años, y cuando muera, tardarán meses en darse cuenta, y cuando echen la puerta abajo y me encuentren, me estaré licuando en el sofá.

−Y no por primera vez −respondió Sarah guiñándole el ojo. De repente dejó el cuchillo y el tenedor en el mantel y apartó el plato.

−Laura. Querida, encantadora, divertida, inteligente y superlativamente irritante Laura. Has heredado una mansión de narices, llena de tesoros y con un bombón de jardinero de regalo. Anthony te quería como a una hija y te confió todo lo que era valioso para él, y en lugar de ponerte a dar volteretas, estás aquí quejándote. Él creía en ti; yo siempre he creído en ti. No te escondes solo de Sunshine; te escondes de todo. Y ya es hora de dejar de esconderse y de levantar la vida a patadas. Y que se vaya al diablo lo que piensen los demás −añadió, por si acaso.

Laura tomó un sorbo de Coca light. No estaba convencida. Pero le daba terror la idea de decepcionar a otra persona que la quería.

Sarah contempló las atribuladas facciones de su amiga más querida. Alargó la mano y la apoyó sobre la de Laura. Había llegado el momento de decir unas cuantas verdades pospuestas ya demasiado tiempo.

−Laura, tienes que olvidarte del pasado. Mereces ser feliz, pero tienes que quererlo. Depende de ti. Cuando conociste a Vince



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