El estornino de Mozart by Lyanda Lynn Haupt

autor:Lyanda Lynn Haupt [Haupt, Lyanda Lynn]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Ciencias naturales, Biografía, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2018-01-01T00:00:00+00:00

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El estornino de Chomsky

«¡Ven aquí, guapa!». Tom, Claire y yo estábamos en la cocina cuando Carmen llamó desde su pajarera. Todos nos miramos en silencio. Como de costumbre, Claire fue la primera en expresar valientemente lo que pensaba: «Ha hecho una frase». Nadie habló después, excepto Carmen, que dijo: «¡Ven aquí, guapa!».

Antes Carmen había imitado «hola, guapa» y «ven aquí», pero nunca «ven aquí, guapa». De modo que sí, parecía que había recombinado palabras y frases, aunque simples, en un nuevo patrón que tenía sentido. En lugar de imitar una frase que había escuchado, daba la impresión de que había hecho algo de otro orden: crear una frase propia. Finalmente me aventuré a decir con inseguridad: «Eso no era una frase», al menos no una frase intencionada. Probablemente había unido las palabras de una forma nueva que tenía sentido (siempre está mezclando su repertorio) o bien le habíamos dicho sin percatarnos «ven aquí, guapa» y ella se había quedado con eso. ¿Es imposible que pretendiera crear una pequeña frase? Probablemente, sí. Pero, teniendo en cuenta lo que he aprendido, tanto de Carmen como de lo que dice la ciencia actual sobre los pájaros y el lenguaje, nunca subestimaré las posibilidades de los estorninos o de cualquiera de las bellas y desconcertantes voces de nuestro mundo más que humano[18].

Es bastante fácil encontrar y admirar una voz de estornino. En cualquier momento del año podemos detenernos en la acera debajo de un estornino posado en un cable eléctrico, su percha urbana favorita. Es tentador llegar a la conclusión de que el prolongado revoltijo de silbidos, gorjeos y chasquidos que oímos no es más que un desorden de sonidos. Pero no es así. Si se presta algo de atención, es posible descifrar la secuencia. Los estorninos a veces ensayan silbidos e imitaciones aparentemente aleatorias y varios tipos de parloteo. Pero en un arrebato de canto en el que el pájaro eleva la cabeza hacia el cielo y se deja llevar durante cinco segundos, o veinte, o hasta cuarenta y cinco, el canto se divide en secciones fácilmente reconocibles que siguen un patrón predecible. La primera es el silbido. Se trata de una serie de sonidos largos, salvajes y similares a los de un hervidor, que oscilan tempestuosamente arriba y abajo del espectro tonal (lo que provoca cierta confusión entre quienes se encuentran con estorninos cautivos como Carmen y esperan que imiten algo: «¡Está imitando el hervidor!», anuncian encantadas las visitas cuando oyen el silbido de Carmen. Pero, aunque Carmen imita muchos sonidos domésticos, este es solo un buen silbido de estornino). Después del silbido sigue una rápida pausa, y luego el pájaro empieza a emitir su repertorio personal de frases sonoras, algunas de ellas imitadas, otras aprendidas de otros estorninos, otras inventadas por su singular cerebro, todas reunidas en una secuencia que es totalmente única de ese estornino en concreto. La literatura afirma que cada pájaro tiene entre seis y treinta sonidos individuales en su repertorio, pero basándome en la actuación de Carmen

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