El diario del perro «Lord» by Antonio Pérez Henares

El diario del perro «Lord» by Antonio Pérez Henares

autor:Antonio Pérez Henares [Pérez Henares, Antonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Biografía
editor: ePubLibre
publicado: 2010-03-02T00:00:00+00:00


Capítulo IX

MIS VIAJES Y LOS SUYOS

NO sé que he llevado peor, si sus viajes o los míos. O ya el colmo, los de Chani y Mari, juntos cuando me dejaban solo. Esos sí que los aborrecía.

Entre los míos, distingo. Una cosa son las salidas de caza. A esas lo malo es que me deje en tierra. Al coche, a la trasera del Lada viejo aquel, o del Toyota ahora, no hace falta que me suban, bueno ahora sí porque ya no puedo solo, que de un salto estaba arriba en cuanto veía la cobija esa blanca puesta. Pero otra historia bien diferente ha sido el viaje largo, cuando yo no iba en la trasera del coche, como un señor, sino en una jaula donde me encerraban como preludio de un ajetreo por manos extrañas y soportando, en medio de la oscuridad, ruidos horrorosos. Porque lo malo, malo, ha sido el avión. Que malos ratos he pasado.

Los otros viajes, aunque no fueran de caza siempre me han gustado. Siempre había novedad y luego reencuentro con sitios donde ya tenía algo en el recuerdo. Pronto aprendí el sonido de la palabra y sabía donde íbamos. Bujalaro fue el primero y el primer destino. Aquel día del chapuzón primero y peligroso en el Henares. Al oír Bujalaro ya empezaba a mover el rabo y a ponerme nervioso. Había monte por delante. O, si no, río.

El segundo fue Ainzón. Allí supe pronto que esperanzas de campo no había muchas, aunque alguna vez sí que salíamos, pero estaba la casa, mi segunda casa, y el patio grande y, sobre todo, un huerto enorme donde podía correr y escarbar lo que quisiera sin que nadie me regañara. Hacer hoyos en la tierra allí estaba permitido.

La casa de Ainzón es baja, sin escalera alguna. Ahora bien que lo agradezco. La primera vez que fui ya me gustó. La gente, además, es buena. Yo me quedo fuera y ellos pasan y me dicen cosas mientras yo los miro desde mi lado de la verja de hierro que recorre todo el frontal del edificio. Hay algunos, hombres mayores sobre todo, que hasta meten la mano y me acarician la cabeza. Me gusta Ainzón y el sonido del habla de aquella gente, como más cantarina que en el pueblo del Chani. De pequeño me gustaba además mucho jugar con cosas que me traía del huerto. Y con lo que más una piña pequeña que un día me traje de un paseo. Le daba con las patas y al final lograba que se metiera debajo de un mueble donde no llegaba a darle con la pata pero sabía que allí estaba y montaba un escándalo hasta el Chani o la Mari me la sacaran. Para volver a meterla otra vez en el mismo sitio, claro.

Cuando voy para Ainzón o Bujalaro no me pierdo detalle. Raro será que me tumbe. Me gusta ir mirándolo todo, todo lo que vamos dejando atrás, todos los montes, todos los rastrojos y hasta cruzarnos algún río.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.