El club de las viudas by Guillermo Galván

El club de las viudas by Guillermo Galván

autor:Guillermo Galván [Galván, Guillermo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2023-05-10T00:00:00+00:00


Quizá, después de todo, llegue a tiempo para cenar con Marta Zúñiga, se dice cuando pisa la calle. Pero no le apetece en absoluto el protocolo que exige una situación como esa y decide olvidarse de la idea, caminar tranquilamente gabardina al hombro bajo el anochecer primaveral y, de paso, revisar las opiniones barajadas durante la larga reunión que se ha celebrado en casa. Es posible que los puntos de vista de sus compañeros de triunvirato sean más o menos acertados, pero Alicia Quirós tiene razón al menos en dos cosas: que su estado de ánimo no ayuda y que en la Puerta del Sol puede encontrarse más obstáculos de los deseables.

Si bien, puestos a esquivar obstáculos, el primero, nada más echarse a la vista la glorieta de Atocha, es Franco. Más que Franco, sus palmeros, porque la plaza frente a la estación está llena de gente, altavoces estratégicamente ubicados emiten marchas militares y cientos de banderas ofrecen un inesperado colorido. En la entrada al paseo del Prado se alza un arco triunfal coronado por un escudo imperial con el apellido del dictador en grandes caracteres. En la cuesta de Claudio Moyano espera, sobre sus caballos, la Guardia Mora, y en el centro de la rotonda se distinguen los maceros municipales vestidos de gala. Falangistas y tropas de infantería en formación completan la parada, mientras la Policía Armada se encarga de acotar las zonas inaccesibles para el vulgo. El invicto Caudillo debe de estar a punto de llegar de su gira andaluza, sus devotos quieren agasajarlo, y Lombardi se ve obligado a volver sobre sus pasos y utilizar el metro en contra de sus planes iniciales.

La estación de Retiro está a dos pasos del domicilio de Marta Zúñiga. La noche ha caído y se agradece la gabardina al recibir el abrazo fresco de la cercana arboleda. Camina sin prisas, intentando desplazar hasta algún sitio menos incómodo las imágenes y los recuerdos de Erika que bailan en su cabeza y sustituirlos por los que le han traído hasta la calle Velázquez. Cuando el eco de sus zapatos resuena en el portón del palacete, se jura volver a ser el Carlos Lombardi de la víspera y, como él, centrarse en los detalles de una entrevista que podría resultar decisiva para despejar esa incógnita llamada Emilio Fuentes.

El mayordomo lo recibe con menos frialdad que en su primera visita, pero sus palabras caen como un jarro de agua fría.

—La señora salió a cenar —dice, envarado, cediéndole el paso—. Pero me advirtió de su posible llegada y dijo que la esperase usted, si es tan amable.

Obediente, aunque contrariado, el policía sigue los pasos de su guía. Esta vez, el sirviente no le ofrece un butacón del pomposo recibidor dieciochesco, sino que le dirige por la misma planta hasta una puerta de madera labrada que da acceso a una biblioteca. Tras cederle el paso, enciende una lámpara de pie que ilumina el entorno de un tresillo con mesa baja.

—No creo que la señora tarde mucho. ¿Desea



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