El caso de la familia desaparecida by Raúl Garbantes

El caso de la familia desaparecida by Raúl Garbantes

autor:Raúl Garbantes [Garbantes, Raúl]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2019-05-14T16:00:00+00:00


Capítulo 20

Al fin el joven Grant Dorset estaba allí, frente a ellos, disponible para todas las preguntas que necesitaran formularle.

Después de un poco de charla trivial, para romper el hielo, Nadine fue al grano.

—¿Qué puedes decirnos de Sarah, Grant? Sabemos que la conociste, que iban al colegio juntos, y que tenías una relación muy… cercana con ella. Supongo que te habrás enterado de su desaparición, igual que el resto de sus compañeros.

Grant no dijo palabra alguna, se limitó a asentir con la cabeza. Recordaba a un niño al que un adulto distrae de sus juegos con preguntas tediosas.

Nadine siguió hablando:

—¿Qué tipo de relación tenías con ella exactamente? ¿Eran novios?

Grant vacilaba, como si las palabras se negaran a salir.

—Grant —intervino Tom—, lo que nos digas aquí, aquí se quedará. Sabemos que puede resultar incómodo contarle a un par de extraños asuntos personales, acaso íntimos. Pero ni tu madre ni nadie se enterará de nada. Al menos, no por nuestra boca.

Grant suspiró levemente. Si bien le faltaba mucho para verse cómodo, al menos su tensión parecía haber decrecido.

—Sí, estuvimos juntos un tiempo —dijo el chico al fin—. Nada muy formal, cosas de adolescentes.

Nadine dijo:

—¿No advertiste nada extraño en ella? Me refiero en particular a los días o semanas anteriores a su desaparición. Alguna anomalía en su comportamiento o algo que te haya contado…

Grant meneó la cabeza para negar.

—Es importante que intentes hacer memoria. —Tom hablaba en un tono amable pero firme—. Cualquier cosa que puedas decirnos…

El sonido de las tazas de café, tiritando sobre la bandeja, interrumpió la pregunta.

—Aquí tienen —dijo la señora Dorset.

Tom y Nadine se sirvieron y le dieron las gracias. La señora echó una mirada a su hijo, y después volvió a irse.

Tom iba a retomar su pregunta, pero esta vez, llamativamente, fue Grant quien tomó la iniciativa, adelantado su respuesta:

—Miren, detectives, me gustaría ayudarlos, pero lo cierto es que con Sarah tuve una aventura más o menos larga, ni siquiera le llamaría noviazgo. Una cosa de adolescentes, como les he dicho. No advertí nada raro en ella. Podía tener un día malo, como cualquiera, pero nada especial. A mí me gustaba el aspecto físico de ella, y le había tomado cariño, pero… Yo pensaba en lo que todos los adolescentes piensan, no me hacía ilusiones de nada muy profundo…

—Te entendemos —dijo Nadine, intentando empatizar con él—. Todos tuvimos esa edad. Dime, ¿tú seguías viéndote con ella cuando desapareció? Quiero decir, más allá de la escuela.

Él hizo una pausa antes de contestar:

—A veces. A decir verdad, el asunto se había enfriado, si me permite decirlo así, entre nosotros.

—Ya veo —dijo Nadine.

Grant asintió y se echó más atrás en el sillón, como dando por terminada la charla.

Sin embargo, Tom no pensaba rendirse. Y realizó una pregunta que, por lo regular, se adecuaba más al estilo de Nadine:

—Quizá te parezca que no tiene nada que ver, Grant, y es probable que termines estando en lo cierto. Pero ya que nunca se sabe… Déjame preguntarte cómo fue tu vida desde aquel momento.



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