El blues de la semana más negra by Andreu Martín

El blues de la semana más negra by Andreu Martín

autor:Andreu Martín [Martín, Andreu]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2007-05-15T00:00:00+00:00


CAPÍTULO 16

Llega un momento en que los viajes iniciáticos, al final, cansan. Ya sé que Kavafis aconseja que hay que rogar que el camino sea largo, que dure muchos años, que llegues viejo a la isla, pero qué quieres que te diga. También asegura el poeta que no te vas a encontrar nunca lestrigones ni cíclopes si no los llevas ya dentro de tu alma, y no es verdad. Yo no llevaba ningún lestrigón dentro del alma, porque lo sabría, porque esas cosas se notan, y en cambio me había encontrado con un par de monstruos que querían arrojarme desde una avioneta, que viene a ser como encontrarte en la cueva de Polifemo, poco más o menos.

Horas y horas caminando sin saber dónde vas ni dónde te encuentras ni por qué ni de qué estás huyendo, desorientado como un imbécil. Yo no sé si es tan bueno como dicen, la verdad. Te acabas diciendo que tú no tienes que demostrar nada a nadie, ni a ti ni a los demás, y que no hay derecho a que te haya caído encima este castigo.

¿Por qué tiene que pasarte a ti, precisamente a ti, y no a cualquier otro? Me decía que quizá el viaje iniciático de O Zabala había pasado por la cárcel, que todo el mundo tiene el suyo, hecho a medida, para que aprenda y evolucione y madure pero, fuera como fuese, continuaba pareciéndome que el mío era una exageración y que no me estaba haciendo ningún bien.

Antes, se ve que había aquello de la mili, el servicio militar obligatorio, todo reglamentado, y todo el mundo sabía de qué iba. El viaje iniciático te duraba un año y medio, y ya sabías que tenías que desfilar por el cuartel, arriba y abajo como tigres enjaulados con un fusil al hombro, y pelar guardias, y las novatadas de los veteranos, y algunas maniobras, y al final nada, te licenciaban y ya habías demostrado que eras un hombre. Ahora, el Estado ya no se encarga de estas cosas y esto es un desbarajuste.

Parece que, por alguna razón ancestral que no acabo de entender, tarde o temprano los hombres tenemos que demostrar que somos muy hombres. Qué tontería. No tengo entendido que las mujeres deban demostrar que son muy mujeres. Más bien al contrario, diría que a veces ellas también tienen que demostrar que son muy hombres. Y no lo entiendo. Y me niego a entenderlo.

Lo que sí iba comprendiendo en aquellos momentos era el papel que Steve Thurloe interpretaba en la comedia. Su comportamiento me había resultado sospechoso desde el primer instante en que había aparecido, junto a Zabala, en el Donga-Donga. Tanto interés por conocernos, aquella pugna para incorporarse al grupo, tanta insistencia en hablar de las drogas cuando yo nunca le vi consumir ninguna.

Su espíritu agresivo, competitivo y avasallador parecía confirmarlo como agente de la DEA o de la CIA, o algo así, un hombre con una misión en la vida. Y, por lo visto, su misión consistía en llevarme a mí (¿por qué precisamente a mí?) a conocer el lado oscuro de la noche.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.