El bazar de la cebra con lunares by Raphäelle Giordano

El bazar de la cebra con lunares by Raphäelle Giordano

autor:Raphäelle Giordano
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2022-04-08T10:47:47+00:00


Escena 22

Opus se sienta sobre el trasero para observar el extraño comportamiento de su ama, que se mueve de un lado a otro del pequeño despacho. Está alterada y habla en un tono de voz elevado a las cuatro personas presentes, una de ellas es un señor alto que desprende un penetrante olor a naftalina y sudor seco. ¡Puaf! El humano le ha dado un trozo de papel, y Opus percibe en ella un incremento en la secreción de las partículas del estrés, lo que tiene el don de ponerle los pelos de punta. Opus, que es un canino cool, solo sueña con llevar una vida acompasada por paseos olfativamente interesantes, comidas apetecibles y, de manera ocasional, algunos amoríos de parque que le estremezcan la nariz y los bigotes.

Según todos los indicios, el estrés ha invadido también al bípedo alto: el hombre saca un paquete de galletas de aperitivo que a Opus le chiflan y empieza a picotear. El can levanta las orejas al oír los atrayentes crujidos del papel. Inmediatamente, el humano, que al parecer responde al nombre de Pollux, se gana su estima. Esperando que comparta con él las galletas, Opus se le acerca. El grandullón alarga la mano para ofrecerle algunas de las codiciadas exquisiteces saladas, tras lo cual le hace una sincera caricia en la parte inaccesible del cuello. Opus le da las gracias con unos alegres movimientos de cola: puede jactarse de ser un perro con buenos modales.

—¡Pollux! ¿Me escucha?

El coloso de talante amable guarda el paquete de galletas. La fiesta se ha acabado, piensa el teckel yendo a refugiarse a la otra esquina de la habitación. El ambiente no mejora. Louise está que trina.

—Cuando pienso en mi intervención del otro día en el instituto, que no solo no ha servido de nada, sino que además ha tenido el efecto inverso al esperado… ¿Lo ven? ¡Todos los adolescentes de la zona han hecho justo lo contrario de lo que les recomendé! ¡Les ha faltado tiempo para ir hasta El bazar de la cebra con lunares ese para utilizar la…, la…, la Tagbox y «grafitear», como ellos dicen, sus prendas de vestir y sus accesorios! ¡Un fracaso de nuestra asociación, vaya sí lo es! Y al alcalde se le ha metido en la cabeza seguir el asunto y me pide información… ¿Qué cara voy a poner? ¡Y ahora ese tal Basile Vega lanza unos Brain-terminales para actuar sobre los cerebros de nuestros conciudadanos! ¡Lo que nos quedaba por ver! ¡No hace falta que les explique lo escandaloso, estrafalario e incluso potencialmente peligroso que es eso! Esa clase de energúmenos no retrocede ante nada con tal de atraer la atención, y además se atreve a utilizar como emisario a ese chico ya de por sí frágil e influenciable.

Los humanos presentes se animan y se ponen a hablar todos a la vez.

—¡Un poco de silencio, por favor!

Opus se queda inmóvil.

Su ama se vuelve hacia el amable señor de las galletas saladas.

—Pollux, tú que estás familiarizado con el universo informático, creo que eres la persona más indicada para esta misión.



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