El año del frío by Jane Kelder

El año del frío by Jane Kelder

autor:Jane Kelder
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2018-04-29T22:00:00+00:00


Capítulo XXIV

Dornan la saludó con cortesía, pero al notar la expresión asustada de ella y la virulencia de la pregunta de Hambleton, se despidió discretamente y se dirigió al Logan Club.

Ante la mirada inquisitiva de su esposo, May respondió:

–El doctor Morrigan dijo que convenía que hiciera ejercicio.

–El doctor Morrigan habló de paseos cortos y cerca de casa, por si ocurría algo.

–No he caminado tanto. Tengo el carruaje en casa de mis padres. Mi madre ha venido a visitarme esta mañana y me ha parecido oportuno acompañarla de regreso.

–¿Y has decidido venir hasta un club en el que solo admiten hombres? –preguntó, poco convencido de su respuesta.

–Ha sido una casualidad que pasara por aquí. En realidad, me dejaba llevar sin ningún destino –respondió ella mirándolo fijamente a los ojos, como si lo retara a desmentir sus palabras.

–Te acompañaré al carruaje –dijo él al tiempo que le tendía su brazo.

May se resignó a dar por finalizada su aventura. Sabía que su primo no volvería a asomarse y, si su marido y Dornan entraban en el club, ella tampoco se atrevería a mandar que lo llamaran de nuevo. Además, su comportamiento reciente hacía que Elliot empezara a parecerle otro. No le había gustado el cinismo en sus palabras y, ahora, su manera de huir le había parecido cobarde. En realidad, debería ser su marido quien huyera de él, pero había ocurrido al revés.

–¿Una conversación interesante? –le preguntó Hambleton, y con ello la sacó de su abstracción. Ya pensaba que su marido no iba a hacer alusión a su encuentro con Elliot, pero por fin se atrevía a mencionarlo.

May se sintió aturdida por un momento, pero reaccionó deprisa.

–No considero interesante hablar de mi mareo a todas horas. Por lo visto, no hay mejores noticias en Culster.

Él calló. Tampoco le apetecía iniciar una discusión en mitad de la calle, pero resultaba obvio que no le gustaba que su esposa alternara con Carpenter, después de que el día de su boda este hubiera procurado separarlos.

Llegaron hasta la casa de los Baker sin decirse nada más y, cuando Hambleton vio el carruaje, la acompañó hacia él y le abrió la puerta para que subiera.

–Llegaré sobre la hora de cenar –le dijo al despedirse–. Si hay alguna novedad, te ruego que me envíes un recado a la fábrica. No creo que la reunión en el club dure más de una hora.

Luego cerró la puerta y dio media vuelta para regresar por el mismo camino que acababa de recorrer. El cochero subió al carruaje y agarró las riendas de los caballos. Apenas había desaparecido Hambleton por una esquina, se oyó una voz que gritaba: “¡Señora Hambleton!”.

May se asomó a la ventana y vio a Molly correr hacia ella.

–Por favor, deténgase –indicó al cochero y, a continuación, abrió la puerta.

Molly llegó hasta el carruaje y, echando un rápido vistazo para asegurarse de que había desaparecido el señor Hambleton, sacó un sobre de su bolsillo y se lo pasó a May.

–Me lo ha entregado Lisa esta mañana. Es para usted –le dijo.



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