Dos mitades by Violet Pollux

Dos mitades by Violet Pollux

autor:Violet Pollux
La lengua: spa
Format: epub
Tags: historia ligera, historia corta, historia juvenil, amor, amor juvenil, ocho palabras al cielo, el blog secreto del chico perdido, chico sensible, los amigos no se besan
editor: Violet Pollux
publicado: 2017-11-18T00:00:00+00:00


LA CITA DE ESA SEMANA también fue mala.

Y YA ESTABA COMENZANDO A DESESPERARME.

El sábado, llamé a Cedric Bullock, explicándole todo con detalles, y cuando me preguntó si iría a su casa el día siguiente para ver el juego de béisbol me sentí tentado a decir no simplemente porque tenía miedo de que volviéramos a tener sexo.

No obstante y sin siquiera saber yo mismo la razón, al final accedí.

—¿Y cómo te gustaría que fuera tu cita? —preguntó mientras estábamos en la cocina—. Quizá si me la describieras sería más fácil para mí buscarte a alguien.

—A ver... —Lo pensé unos segundos—. Pues que hable lo necesario. Que entienda mis chistes, pero que también haga buenos chistes. Que le guste reír y hacerme reír. Y que me dé comida.

—Creo que acaba de describirme, Doctor Meyer.

Fruncí el ceño.

—¿Qué? Claro que no.

—Oh, claro que sí.

—¡No todo se trata de ti!

—No, es cierto, pero en ese caso sí porque, lo juro, me describiste a la perfección.

—Tú a veces hablas de más.

—Pero siempre te hago reír y te doy comida. Siempre.

Lo medité unos segundos y me di cuenta de que era cierto.

¡Maldición!

—Bueno, sí, pero... ¡Ni siquiera mencioné características físicas! ¡No puedes decir que estaba hablando de ti!

—Bien. Descríbelo físicamente.

—Eh... Un poco más alto que yo. Que tenga ojos muy lindos. Que su cabello sea suave y...

—Pero, ¿es que siquiera te estás oyendo a ti mismo? ¡Estás hablando de mí, Noach! ¡Ya deja de negarlo, por favor!

—¡NO ESTOY HABLANDO DE TI!

—¡Por supuesto que sí! —Me guiñó el ojo—. Sé que no quieres a nadie más.

Y no supe qué responder a eso. Quedé congelado un momento, buscando las palabras adecuadas en mi mente, pero nada llegó a ella; estaba en blanco.

—Oye... —soltó minutos después, luciendo culpable—. Es un chiste, bebé. No hablaba en serio.

Suspiré, no sabiendo cómo reaccionar.

—Es que... de no ser porque buscamos cosas distintas en una relación, diría que de verdad sería perfecto que estuviéramos juntos.

—Lo sé, pero... —Se pasó la mano por el pelo—. Todavía no estoy listo para salir de esta libertad extraña que disfruto, ¿entiendes?

Sentí que había metido la pata. Y en grande.

—Era un ejemplo, Cedric. Sé que no eres esa clase de chico, y lo comprendo; no es como si te fuera a obligar a nada, o como si en todos estos años lo hubiera hecho.

Se mordió el labio, algo más típico de mí que de él.

—Lo siento. Es que...

—Sé que no hacemos esto más que por diversión, ¿sí?

Volvió a pasarse la mano por el cabello, esta vez deteniéndose a rascarlo y halarlo un poco.

—Lo dices así y me siento culpable, ¿sabes? Como si simplemente te estuviera... usando.

Tragué saliva ante esa palabra.

—¿Y lo haces?

—¡No! —respondió de inmediato, como si le doliera profundamente el que apenas lo mencionara—. ¡Nunca te haría algo así, Noach! ¡Nunca!

—Entonces no hay problema, ¿verdad? Porque sé que no me estás usando, y yo tampoco a ti. Es solo... no lo sé. ¿Nuestra forma de ser con el otro?

—Sí, supongo.

Miró al piso, avergonzado, recordándome a nuestra adolescencia, a cuando nos



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.