Doblo tu apuesta by A. Redboots

Doblo tu apuesta by A. Redboots

autor:A. Redboots [Redboots, A.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2020-12-01T00:00:00+00:00


Capítulo XV

Le acompaño a la puerta y me da un beso muy dulce antes de desaparecer en el ascensor. Cierro la puerta sin dejar de pensar en la prórroga que esa llamada me ha concedido. Entonces escucho los pitidos de mi móvil. Me acerco al bolso, lo saco y leo: «Pelirroja, ¿estás dormida? Quiero verte, ven».

Lo sé, estoy loca. Pero me doy una ducha rápida, me pongo un vestido negro de punto con un cinturón rojo y unos zapatos de tacón. Cojo el bolso y salgo volando hacia el garaje. Arranco y acelero en cuanto cojo la autovía. Hago en diez minutos un trayecto de veinte y sé que algún radar ha saltado. Entre las multas de tráfico y las braguitas que me ha roto este hombre me debe un dinero.

Aparco cerca y recorro deprisa los metros que me separan de su portal. Llamo y me abre sin preguntar. Cuando llego a su piso la puerta del ascensor se abre y su mano tira de mí hasta dejarme pegada a su cuerpo. Me mira y me pierdo en la oscuridad de esos ojos penetrantes.

Entramos en su casa y me empuja contra la puerta haciéndome gemir. Solo me ha mirado y noto mis flujos deslizarse por mis muslos. Mete sus manos bajo mi vestido y sonríe al darse cuenta de que no llevo ropa interior. «Eres una zorrita», susurra en mi oído y casi me corro. «Y tú un cabrón», no puedo evitar jadear. Siento la vibración de la risa en su pecho. Sus dedos están torturando mi clítoris, provocando oleadas de placer que me recorren hasta la punta de los pies.

Mis manos desabrochan su pantalón y bajan su slip dejando escapar su polla erguida, dura y firme como a mí me gusta. Se deshace del resto de la ropa y sube mi vestido hasta la cintura. Me coge en peso y me lleva a su sofá. Un flash de la primera vez que nos liamos pasa por mi mente. Me quita el vestido apresuradamente y me tumba. Su lengua juega con mis pezones erguidos. Los lame, los muerde, los chupa. Sigue bajando y se entretiene en mi ombligo.

Ahhhh, mis gemidos le urgen para que siga. Besa mi pubis antes de abrirse paso entre mis labios con su lengua. Golpea ritmicamente mi clítoris, succiona, lame, folla mi coño empapado. Introduce sus dedos en mi interior y los curva para acceder a mi punto G. No deja de sorprenderme cómo sabe dónde tocarme para hacerme volar. «Estoy al límite, Iberia, te quiero dentro», reclamo entre jadeos. Levanta la cabeza y responde «pelirroja, no estás en posición de exigir nada. Quiero que te corras en mi boca», y vuelve a torturarme con su lengua y sus dedos. Noto como un potente orgasmo está a punto de arrasarme y un grito desgarrador escapa de mi garganta mientras su boca se bebe mis jugos.

Me incorpora despacio. Me siento ligeramente mareada. Su mirada me quema la piel a medida que se desliza por mi cuerpo. Y cuando vuelve a mis ojos, le empujo para que se siente en el sofá y me arrodillo entre sus piernas.



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