Dientes de leche by Lana Bastašić

Dientes de leche by Lana Bastašić

autor:Lana Bastašić [Bastašić, Lana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2020-01-01T00:00:00+00:00


PAN

Tienes catorce años. No te gustan estos pantalones, pero una vez que los llevabas puestos alguien te dijo que estabas brutal, y eso basta para que hoy te los pongas, para que se asome al espejo aquella idea o, mejor aún, aquella persona. De pequeña decías patalones y todos se reían, pero era una risa tierna porque eran conscientes de que con los años aprenderías a decirlo bien. Ahora tienes catorce y llevas los pantalones brutales y contemplas el cuerpo desgarbado en el espejo. El espejo es pequeño, los bordes te cortan las piernas por debajo de las rodillas y un hombro. Dentro del marco hay un cuerpo mutilado, y dentro de este cuerpo estás tú. La contradicción de tu reflejo es más dolorosa que unos pantalones ajustados. Sangras una sangre caliente y espesa que sale de un cuerpo demasiado pequeño. Entre las piernas regordetas de niña patosa guardas un bosque áspero que todavía no ha visto nadie. Ni mamá, ni el médico. Te asusta tu bosque porque estás convencida de que las otras niñas no lo tienen. Seguro que ellas están lisas por debajo, lo tuyo no debe de ser normal. Todas son más altas que tú y prácticamente todas tienen los pechos desarrollados. Sus dedos ya no son de niña, sostienen los lápices como si fueran cigarros, se contonean cuando andan, saben cómo depilarse las cejas. Una vez tú intentaste hacerte las tuyas, pero te pasaste y papá se enfadó. Te preguntó si querías ser una puta de mayor. Negaste con la cabeza. Te quedaste mirando el plato y mamá y tu hermano se callaron, el restaurante estaba lleno de niñas con las cejas perfectas. Ellas no serán putas, pensaste. Ellas no tienen un bosque debajo ni dentro. Ellas lo tienen liso. Pero las cejas crecen y ahora, en el espejo, vuelven a ser enormes. Intentas alisártelas con los dedos y entonces te ves las uñas, muy bien cortadas porque tocas la guitarra y no se te permite llevarlas largas. Una vez te las pintaste y papá se enfadó. Te dijo que él tenía experiencia en la vida y que las niñas que con catorce años se pintan las uñas, con dieciséis se quedan preñadas. Por eso tus uñas no tienen color y las llevas tan cortadas que ni las notas. Ese dolor es un dolor de frontera, donde termina la carne y empieza la sangre. Llevas ese dolor siempre en los dedos, toques lo que toques. Te has tocado los labios, están resecos y pelados. Mamá te ha dado una crema y te ha dicho que la lleves siempre encima porque los labios cortados no quedan bonitos. Los tienes así porque te los muerdes y los aprietas cuando alguien te mira. Y siempre hay alguien que te mira: los profesores, las compañeras, los chicos, los chicos mayores, la vecina, mamá, papá. Siempre puedes contar con los ojos de alguien, estés donde estés, por eso siempre te morderás los labios. Es más fácil que hablar. La mujer lista y callada, por todos es alabada, te dijo una vez la abuela mientras preparabais galletas.



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