(Dieciséis Lunas 04) Hermoso final by Kami y Margaret Garcia y Stohl & Margaret Stohl

(Dieciséis Lunas 04) Hermoso final by Kami y Margaret Garcia y Stohl & Margaret Stohl

autor:Kami y Margaret Garcia y Stohl & Margaret Stohl
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Fantastica
ISBN: 9788467008845
editor: www.papyrefb2.net


* * *

A estas alturas, sentía que conocía a las Hermanas tan bien como a mi propia familia. Aunque eran bastante excéntricas, por decirlo suavemente, también eran el mejor ejemplo de historia viva que Gatlin podía ofrecer.

Así es como la gente de por aquí solía llamarlas.

Cuando Link y yo subimos los escalones de Wate’s Landing, podía escucharse a la historia viva de Gatlin peleándose entre sí a través de la puerta mosquitera, como de costumbre.

—Uno no tira una cubertería en perfecto estado. Eso es una vergüenza.

—Mercy Lynne. Son cucharas de plástico. Se supone que están pensadas para que puedas tirarlas a la basura. —Thelma la estaba consolando, con la misma paciencia de siempre. Sin duda se estaba ganando un puesto en el cielo. Amma era la primera en reconocerlo cada vez que Thelma conseguía poner paz en las discusiones de las Hermanas.

—Sólo porque algunas personas se crean la reina de Inglaterra no significa que tengan una corona —respondió tía Mercy.

Link permanecía a mi lado en el porche tratando de no reírse. Llamé a la puerta, pero nadie pareció oírnos.

—Ésta sí que es buena, ¿qué se supone que significa eso? —intervino tía Grace—. ¿Quiénes son esas personas? Angelina Witherspoon y toda esa patulea de estrellas desnudas...

—¡Grace Ann! ¡Así no se habla, no en esta casa!

Pero eso no detuvo a la tía Grace, que continuó:

—¿... que aparece en esas revistas obscenas que siempre le estás pidiendo a Thelma que te traiga del supermercado?

—Ya vale, chicas... —empezó Thelma.

Volví a llamar, esta vez con más fuerza, pero era imposible escuchar nada por encima del barullo.

La tía Mercy estaba gritando.

—Significa que hay que lavar las cucharas buenas igual que hay que lavar las cucharas malas. Y luego las vuelves a guardar en el cajón de los cubiertos. Todo el mundo lo sabe. Incluso la reina de Inglaterra.

—No la escuches, Thelma. He visto cómo limpia la basura cuando tú y Amma no estáis mirando.

La tía Mercy resopló.

—¿Y qué si lo hago? No querrás que los vecinos murmuren. Somos personas respetables, devotas feligresas. No olemos como pecadores, y no hay razón por la que las latas tengan que oler diferente.

—Exceptuando porque están llenas de basura —resopló tía Grace.

Volví a llamar a la puerta mosquitera una última vez. Link me relevó, aporreándola con fuerza, hasta que la puerta prácticamente cedió, con una bisagra columpiándose hacia el porche.

—Uff. Lo siento. —Se encogió de hombros, incómodo.

Amma apareció en la puerta, mostrando una expresión agradecida por la interrupción.

—Atención, chicas, tenemos visita. —Empujó la puerta mosquitera para abrirla del todo. Las Hermanas levantaron la vista de sus respectivas mantas, con mirada amistosa y educada, como si no se hubieran estado gritando entre ellas un segundo antes.

Me senté en el borde de una dura silla de madera, sin acomodarme demasiado. Link, a mi lado, aún parecía más incómodo que yo.

—Y tanto que sí. Buenas tardes, Wesley. ¿Y quién viene contigo? La tía Mercy entornó los ojos, mientras tía Grace le soltaba un codazo.

—Es la novia de Ethan. Esa bonita chica Ravenwood. La que siempre tiene la nariz metida en un libro, igual que Lila Jane.



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