DESTINO by Ava Corrigan

DESTINO by Ava Corrigan

autor:Ava Corrigan
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2021-01-22T00:00:00+00:00


AGUA

¿En qué lío se había metido Aisha? No lograba descifrar el papeleo de Callum. Al parecer, el secretario no había sido nunca un jugador de equipo.

Lo hacía por Bloom, pero también quería hacer un buen trabajo para la directora Dowling. Tal vez así se sentiría menos traicionera y no tendría tanto la sensación de estar haciendo algo malo.

Se abrió la puerta y entró la reina. La acompañaban el profesor Harvey y el director de especialistas Silva, pero la reina Luna era el tipo de persona a la que nadie podía dejar de mirar. Su presencia era mucho más carismática de lo que podía llegar a transmitir cualquier fotografía. Era la persona más magnética que Aisha había visto jamás.

—Reina Luna, si puedo hacer algo por usted durante su visita... —se ofreció Aisha.

—Muy amable, Aisha, pero soy mucho más fácil de contentar de lo que imaginas.

Guau. La reina sabía su nombre.

La señorita Dowling entró justo entonces con su característico andar decidido. Aisha lo admiraba, pero no admiraba tanto la actitud de la señorita Dowling hacia la administración.

—Señorita Dowling, tengo algunas preguntas sobre el archivo, cuando tenga...

—Si no consigues descifrarlo, crea un sistema nuevo.

El tono de la señorita Dowling era seco y Aisha hizo una mueca. Se sentía como si se hubiese ganado la reprimenda, aunque no sabía por qué. Asintió y la puerta se cerró tras Dowling y la reina Luna.

Aisha respiró hondo y decidió volver al tajo. Al girarse, tiró una pila de expedientes y perdió el trabajo de varias horas. Horas de trabajo que había dedicado a su compañera de residencia. Si al menos Bloom se lo agradeciese...

Aisha tenía ganas de chillar, así que cerró el cajón del archivador con demasiada fuerza. Se desprendió un pedazo del marco.

—Perfecto —murmuró Aisha y se agachó para solucionarlo.

El fragmento del marco no se había desprendido. Lo habían cortado para crear un compartimento secreto. En el interior de la cavidad había un anillo de metal, del tamaño de una moneda. En cuanto Aisha lo tocó, el anillo se llenó de estática crepitante.

Lo miró a contraluz. Nada.

Entonces se lo acercó a la oreja.

Al instante, la voz de la reina Luna, que sonaba de un modo totalmente distinto y mucho menos afable, dijo secamente:

—Su ayudante murió aquí. En su despacho. Espero que tenga una teoría sobre lo que ha ocurrido.



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