Deseos paganos by Lena Valenti

Deseos paganos by Lena Valenti

autor:Lena Valenti [Valenti, Lena]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2024-09-30T00:00:00+00:00


Capítulo 11

Glasgow

En una de las calles principales de Glasgow, Buchanan Street, se encontraba The Firm, un local que cedía mazmorras de dominación en su planta inferior. Allí, rodeado de vida y de tiendas, en la calle más comercial, un pequeño negocio tratado con mucha discreción se ocultaba en un pequeño edificio de piedra negra y lisa, entre hermosos edificios de estilo británico. La pequeña empresa recibía a los practicantes sin mazmorra, dado que no todos podían tener una en sus hogares.

Y era el cónclave donde Valery había decidido quedar esta vez con Bern Bornie, el señor Apollón. Bern no tenía mazmorra en su casa, porque ni siquiera su mujer sabía que a él le gustaba la dominación.

A Valery, personalmente, le encantaba martirizar a ese tipo de hombres, a los mentirosos e infieles. Esa iba a ser la segunda doma que le haría para sacarle información, y no pensaba ser amable.

La primera vez, Bern estuvo a punto de desmayarse, pero Valery no encontró demonios que comerse. No todos los hijos de puta estaban poseídos, esa era la verdad principal y el concepto que todo el mundo debía entender. Y era una estupidez decir que a los que les gustaba el BDsM estaban endemoniados, no había una chorrada más grande que esa. A algunos les gustaba el sexo de ese modo y no había nada malo en ello. Pero, la naturaleza humana era dual, y algunos se decantaban más hacia la oscuridad, en vez de hacia la luz y se les corrompían los valores y la esencia. Las personas como Bern preferían los bajos mundos y las emociones más corruptas.

Era malo. Pero no estaba poseído. Y además era un acólito que estaba en contacto con las familias acreedoras y con el submundo de las subastas y las pujas de objetos de incalculable valor. Por eso no quería que Gregos metiese la pata o lo asustase. Lo que pudiera sacar de Bern sería oro para sus pesquisas.

Valery llegó a la pequeña recepción y pidió al único recepcionista la llave de su mazmorra. La parte principal y de presentación del local era pequeño, nada del otro mundo. Porque lo enorme de ese lugar, estaba bajo tierra.

—La dieciséis, por favor —pidió educadamente.

—Ya la esperan allí —anunció el de recepción.

Valery asintió. Como debía ser.

No hablaba demasiado ni tenía que hacerlo con nadie si no quería. Cuanto menos supiera la gente de ella, mejor.

Con las llaves en la mano, bajó las escaleras metálicas a la planta inferior. Sus tacones apenas hacían ruido. Era delicada y elegante incluso para caminar.

—Ese Bern… —empezó Gregos.

—No me hables —dijo entre dientes, disimulando y avanzando por las mazmorras, dejando atrás las puertas que no eran—. Tienen cámaras de seguridad y se supone que tú no te ves…

—Podría hablar contigo mentalmente si estuviéramos vinculados…

—Soy una comedemonios, no una vampira —dijo forzando la voz con un susurro.

—Por ahora.

Valery se detuvo en la puerta 16 y espetó:

—Deja de hacer esos comentarios. No voy a beber sangre…

—Me partes el corazón —dijo sin ningún tono.

—Gregos… necesito que te calles.



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