Deseo en las Highlands by Ángeles Valero & Zahara C. Ordóñez

Deseo en las Highlands by Ángeles Valero & Zahara C. Ordóñez

autor:Ángeles Valero & Zahara C. Ordóñez [Valero, Ángeles & C. Ordóñez, Zahara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-10-05T00:00:00+00:00


Capítulo 10

Hannah

Me costó un mundo que no se notara que estaba despierta al escuchar sus últimas palabras. Me había despertado en su primer intento; sin embargo una parte de mí deseaba saber qué haría Logan si no lograba que me levantara por mi propio pie. Una pregunta absurda, pues ya había quedado claro en diversas ocasiones que podía conmigo sin ninguna dificultad.

Volver a estar entre sus brazos, con su aroma pegado a mí y el calor que desprendía su cuerpo, despertó un deseo irracional. Jamás había sentido unas ganas tan potentes de besar a alguien. Tanto que, en el corto camino hasta mi habitación, mi adormecida cabeza había ideado diversas formas de terminar con él entre mis sábanas. Esas noches de charlas hasta la madrugada habían desvelado a un hombre, dulce y amable, muy alejado del salvaje y bruto que se me había presentado.

Incapaz de evitar todo lo que estaba sintiendo, en uno de sus intentos por buscar la llave hundí mi cabeza en su cuello y aspiré. Su olor me penetró por completo, haciéndome desear más. Más de esa fuerza que se unía a una delicadeza extrema. Como cuando hablaba de su madre o lo veía con Áine en brazos. Sin embargo, su furia protectora resurgía de golpe si alguno de esos hombres entraba en la posada a tomar una cerveza; y aunque no habían vuelto a haber incidentes, me constaba que se refrenaba en cuerpo y alma para que el pueblo siguiera en paz.

Así era Logan McLean, un hombre cargado de contradicciones que estaba volviéndome loca por momentos.

No era capaz de entender por qué me costaba tanto dar el primer paso. En más de una ocasión, cuando intencionadamente había dejado caer parte de la manta mostrando un poco más mi cuerpo, le había cazado alguna mirada furtiva. Sabía que si daba un paso hacia él, era muy difícil que dijera que no y, sin embargo, me sentía incapaz de hacerlo.

Esa noche, al entrar en mi habitación, el plan era aferrarme tanto a él que perdiera el equilibrio y una vez en la cama no dejarlo escapar, pero aquello tampoco ocurrió. Incluso después de su confesión cuando me creía dormida. ¿Qué era aquello que nos bloqueaba a los dos a avanzar?

Entre los muchos cotilleos contados por las hermanas Drummond, estaban sus amoríos. De hecho, eran de sus favoritos. Hablaran de lo que hablaran o yo les preguntara, siempre acababan contándome alguna de las aventuras amorosas de su medio sobrino nieto. Si algo no le faltaban eran candidatas y no podía estar más de acuerdo, si al conocerlo me había parecido un hombre atractivo, pero arisco, ahora que sabía más cosas de él lo creía tierno y dulce. Aquello hacía que la pregunta que crecía en mí se hiciera más fuerte e ilógica: ¿por qué dos adultos que nunca habían tenido problemas para avanzar en sus aventuras de cama eran incapaces de seguir adelante si los dos lo deseaban?

La mañana siguiente amaneció despejada. Me preparé para mi excursión. Las hermanas



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