Delito by Carme Chaparro

Delito by Carme Chaparro

autor:Carme Chaparro [Chaparro, Carme]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2023-04-12T00:00:00+00:00


* * *

Hay personas que elevan a categoría artística fingir que los demás les importan. Bárbara —Barbie— Barrero sonríe a Berta como si el alma fuera a salírsele por la garganta, pero en realidad solo está estimando cómo hacer que esa mujer la necesite. Revolotea a su alrededor calculando el ritmo que su cuerpo y sus palabras tienen que adoptar, cuánto puede acercarse y cómo tocarla. Todo forma parte del ritual de apareamiento que la matrona ha perfeccionado con los años.

Berta confía su suerte no solo a que esa mujer crea que está embarazada, sino a que no la reconozca. Chiqui le ha comprado una prótesis bucal que se coloca bajo el labio superior, alrededor de toda la encía, y que consigue transformar su voz y la fisonomía de su rostro. Se unta de autobronceador para oscurecer la piel, y vuelve a ponerse la peluca y las gruesas gafas de pasta con el cristal un poco tintado. Espera que sirva y que la tal Bárbara esté tan concentrada tratando de ganarse a una clienta que ni siquiera se pare a pensar en quién tiene delante.

No tiene que fingir miedo, porque el que siente es real, así que trata de aprovecharlo para simular que le aterroriza un parto hospitalario.

La matrona no tiene consulta, solo practica visitas domiciliarias, pero Berta la convence de que no puede ir a su casa porque su marido está en el paro y no quiere que sepa de sus planes, ya que se opondría. Le suplica tanto y le echa tanto cuento que la matrona al fin accede a visitarla en el «despacho que una amiga puede prestarle», solo por esta vez y porque le ha dado pena oírla.

—Tuve un aborto hace varios años, en la semana veintidós mi niña falleció. —Berta ha aprendido de los chats que las embarazadas hablan en semanas, y no en meses—. Y en el hospital la destrozaron para sacarla. La hicieron cachitos y luego me la quitaron del útero.

La historia no es suya, la ha copiado haciendo un collage de los relatos de algunas mujeres. Para darle más credibilidad, trata de llorar —una mujer que haya pasado por esa experiencia lloraría, eso cree ella—. Se concentra, como le ha enseñado Iluminada, pero no le sale. Finge bastante bien la voz entrecortada, pero le falta alguna lágrima que certifique su veracidad.

—Si no te sale natural, ponte esto detrás de la oreja. Así, mira —le había recomendado su amiga un rato antes. Para mostrarle cómo hacerlo, Iluminada cogió un poco de pasta de bálsamo de mentol y lo depositó tras la oreja derecha—. Con un gesto de pesadumbre, apoyas la cabeza entre las manos y con el dedo índice recoges un poco del mentol que te habías puesto. —Va recreando la explicación, a la que Berta asiste fascinada—. Nadie se dará cuenta. Solo te queda frotar una pequeña cantidad bajo el ojo, con cuidado de no metértelo dentro. Y, chim pum, lágrimas van.

—¿Dónde has aprendido tú eso?

—De un novio actor que tuve al que se le daba muy mal llorar en la ficción.



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