Cuentos en busca de escritores by Ignacio Martínez M

Cuentos en busca de escritores by Ignacio Martínez M

autor:Ignacio Martínez M.
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ignacio Martínez, cuentos, fantasía, escolar, a partir de 8 años, Uruguay, literatura para niños, lectura
editor: Planeta Uruguay
publicado: 2022-06-02T20:14:51+00:00


CUENTO DE AMOR

Después de las experiencias terroríficas que había vivido recientemente, decidí aplacar los ánimos e intentar escribir otro tipo de Cuento.

Al principio di muchas vueltas. Mi cabeza parecía un periscopio, o la de un búho, girando aquí y allá, tratando de encontrar un destello de inspiración en cualquier cosa.

Inesperadamente apareció ante mí un Cuento de Amor, como suele presentarse el amor casi siempre, así, de repente.

Lo reconocí porque estaba rodeado de diminutas mariposas que danzaban al ritmo de una música de violines e inmediatamente me aceleraron el pulso y convirtieron mi barriga en un agradable revoltijo.

Me fijé detenidamente y pude ver que el Cuento tenía una figura delicada, pequeña, que podía quebrarse apenas con un soplido, pero que, a su vez, podía sacar fuerzas vaya uno a saber de dónde, y que era capaz de crecer hasta dimensiones gigantescas, poderosas, ilimitadas, casi indestructibles.

«No cabe dudas, es el Amor», pensé.

Al Cuento se lo veía muy apasionado y feliz de haber encontrado un escritor que lo escribiera, aunque también se podía apreciar en sus ojos algo de tristeza; como si el amor fuera deliciosamente placentero, sí, pero también algo doloroso. Por un instante sospeché que tenía ciertas dudas acerca de si yo sería capaz de escribir un Cuento de Amor, y debo admitir que yo también dudé.

De todas maneras, tomé fuerzas y me decidí. Le pedí que me acompañara hasta mi escritorio y accedió. Ocupé mi sillón y él se instaló a mi lado, sobre la mesa, como si fuera un duende.

Sin demora, encendí la computadora y busqué un comienzo: «Hace muchos años…». No. «En algún lugar de mi vida reciente…». Tampoco. «Ella esperó que él le hablara…». No, la verdad era que esos comienzos no decían nada.

Así, pensando en la primera oración, debo haber estado más de diez horas. No lo sé exactamente.

Me puse de pie varias veces, me volví a sentar otras tantas. Bebí mucha agua, hice sonar algo de música, pero nada. El Cuento de Amor también se veía cada vez más inquieto. Se sentó sobre el monitor, tapándome la pantalla; luego se puso a golpear alguna de las teclas, intentando escribir una palabra; se rio con los nervios a flor de piel, esperando que al fin yo iniciara el Cuento. Por último, se dejó deslizar por el costado del escritorio hasta tocar el piso, y allí, a mi lado, se quedó sentado mirándome con carita de desgracia.

Ya entrada la noche apagué todo sin haber avanzado ni un renglón, y cuando llegué a mi dormitorio vi un papel con una inscripción: «Me voy. No aguanto. Soy un Cuento enamorado, que podrá tener tolerancia, pero muy poca paciencia. Parece lo mismo, pero no es igual. Si escribes algo de amor, avísame. Mientras tanto buscaré por otro lado, con otros autores».

Debo admitir que sentí algo de vergüenza; pero si alguien conseguía escribir un Cuento de Amor, los Cuentos estarían muy felices y yo también.

Dormí profundamente. Al otro día todo estaba, digamos, más tranquilo, y me había olvidado de lo sucedido con el Amor y ya no tenía ganas de escribir.



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