Cuentos completos by Robert L. Stevenson

Cuentos completos by Robert L. Stevenson

autor:Robert L. Stevenson
La lengua: spa
Format: epub
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España


LA HIJA DEL PASTOR

Pasados unos años murieron los dos viejos, cariñosamente atendidos por su hijo adoptivo durante todo un invierno, y discretamente llorados cuando fallecieron. Quienes habían oído hablar de sus descabelladas fantasías pensaron que se apresuraría a vender sus propiedades y partiría río abajo en busca de fortuna. Pero Will no parecía tener la menor intención de hacerlo. Por el contrario, llevó a cabo reformas en la posada, contrató a un par de sirvientes que le ayudaran a regentarla, y allí se quedó, un joven amable, locuaz e inescrutable, de un metro ochenta de estatura, de constitución férrea y voz amistosa. Pronto empezó a tenérsele en la región por un tipo un poco extraño: y no era raro, pues siempre había tenido ideas un poco extravagantes y había puesto en entredicho el sentido común, pero lo que más avivó los rumores fueron las extrañas circunstancias que rodearon su noviazgo con Marjory, la hija del pastor.

Marjory, la hija del pastor, debía de tener unos diecinueve años, cuando Will rondaba los treinta. Era muy guapa y, como correspondía a su posición, estaba mucho mejor educada que cualquier otra chica de aquella parte del país. También era orgullosa y había rechazado con altivez varias ofertas de matrimonio, lo que le había dado mala fama entre sus vecinos. A pesar de todo era una buena chica que habría hecho feliz a cualquier hombre.

Will no la había visto mucho, pues aunque la iglesia y la casa del pastor estaban solo a tres kilómetros de su puerta, solo iba allí los domingos. Resultó, no obstante, que tuvieron que hacer unas reformas en la rectoría, y el pastor y su hija se alojaron cerca de un mes y a precio muy económico en la posada de Will. El caso es que con la posada, el molino y los ahorros del viejo molinero, nuestro amigo se había convertido en un hombre pudiente y además tenía fama de ser amable y astuto, lo que resulta muy deseable en caso de matrimonio, así que los chismosos no tardaron en murmurar que el pastor y su hija no habían elegido su alojamiento al azar. Will era el último hombre del mundo a quien se pudiera engatusar o amenazar para que se casara. Bastaba con mirar en sus ojos límpidos y plácidos como dos charcos de agua e iluminados al mismo tiempo por una especie de luz interior para comprender que se trataba de alguien que tenía las ideas claras y que sería fiel a ellas sin inmutarse. Marjory tampoco tenía aspecto de pusilánime, con sus ojos fuertes y fijos y un porte tranquilo y decidido. Estaba por ver si superaría a Will en firmeza, o quién de los dos llevaría los pantalones en aquel matrimonio. Pero Marjory no se había parado a pensarlo ni por un momento y acompañó a su padre con la inocencia más despreocupada e inconmovible.

La estación estaba poco avanzada y los huéspedes de Will eran muy escasos, sin embargo habían empezado a florecer las lilas y



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