Crisantemo blanco by Mary Lynn Bracht

Crisantemo blanco by Mary Lynn Bracht

autor:Mary Lynn Bracht [Bracht, Mary Lynn]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2017-12-31T16:00:00+00:00


Emi

Seúl, diciembre de 2011

* * *

Una anciana solloza a unos pasos de donde está Emi. Una mujer en el escenario habla a través del micrófono. Este chirría, acoplándose, y la multitud gime mientras los niños se tapan los oídos.

—En la manifestación del Milésimo Miércoles tenemos una revelación especial. Dos artistas han creado la Estatua de la Paz para recordar a las llamadas «mujeres de solaz». Este monumento es para todas las mujeres y niñas que fueron forzadas a la esclavitud sexual militar, perdiendo su infancia, sus familias, su salud y su dignidad; y para todas aquellas cuyas historias y vidas nunca conoceremos.

Hace gestos a un grupo de mujeres que rápidamente se hacen a un lado dejando a la vista una estatua cubierta por una tela. Dos mujeres vestidas con hermosas túnicas hanbok tradicionales de color blanco y rosado levantan la tela con una floritura. Emi entrecierra los ojos para ver la estatua.

Sonidos de admiración y risas apreciativas se extienden a través de la audiencia mientras todos aplauden la estatua. Emi se pone de puntillas, luchando por ver por encima de la gente que está de pie delante de ella y le tapa la vista, pero es demasiado baja. Poco a poco avanza hacia la estatua, chocando torpemente contra la gente al caminar.

—¿Adónde vas? —pregunta YoonHui a sus espaldas.

Emi no contesta a su hija. Simplemente sigue adelante. Tiene que verla. No sabe por qué es tan importante para ella ver la estatua, pero de repente está resuelta a echarle la vista encima.

Empuja a la gente a medida que pasa, tejiendo un camino a través de la muchedumbre con los ojos fijos en la figura de bronce. La multitud parece derretirse a su paso, como si ellos también sintieran su determinación dentro de sí mismos. Adelanta a todos sin dificultad hasta llegar al pie de la estatua.

Emi está sin aliento después de hacerse camino a través de tanta gente. El fino aire invernal le congela los pulmones. Está cara a cara con la escultura a tamaño real de una joven, de no mucho más de dieciséis años, sentada sola al lado de una silla vacía, con las manos ligeramente apretadas en un puño descansando sobre su regazo y los ojos mirando al frente, directamente a los de Emi. Esta jadea, se agarra el pecho y se hunde hasta quedar de rodillas. «Hana…».

La nieve cae a ráfagas desde el cielo grisáceo de la tarde, arremolinándose en círculos perezosos, descendiendo como un silencioso milagro sobre la agitada muchedumbre de abajo. Su hija le grita; un grito penetrante lleno de miedo. Unas manos sujetan a Emi mientras esta se inclina hacia delante, casi tocando el pavimento con la cara.

—¡Madre! —grita YoonHui, corriendo a su lado.

La giran sobre su espalda, y YoonHui le protege la cabeza poniéndola sobre su regazo. Lane llega y sus dos cabezas revolotean sobre Emi como ángeles guardianes. Un halo de luz invernal deja sus rostros en la sombra. Emi ve a sus padres mirándola, haciéndole señas desde el gran mundo del más allá.



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