Cosas que ocultamos de la luz by Lucy Score

Cosas que ocultamos de la luz by Lucy Score

autor:Lucy Score [Score, Lucy]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-02-21T00:00:00+00:00


* * *

En lugar de irme a mi casa, porque no confiaba en que fuera capaz de dejar tranquila a Lina, me llevé mi mal humor lejos del pueblo. Los neumáticos levantaron una nube de polvo hacia el cielo de la noche mientras conducía a toda velocidad por el camino de tierra. Las luces de la casa principal estaban encendidas, así que pisé el freno y salí del coche.

Subí al porche dando zancadas y golpeé la puerta delantera hasta que se abrió.

—Joder, ¿qué cojones te…?

No le di tiempo a mi hermano de terminar la frase. Mi puño conectó con su mandíbula y le impulsó la cabeza hacia atrás.

—¡Hijo de puta! —gruñó.

Un puñetazo no me pareció suficiente. Me puse tan contento como un cerdo que se revuelca en la mierda cuando me golpeó el estómago con el hombro. Salimos volando, destrozamos la barandilla del porche y aterrizamos en un arbusto frondoso.

Le di un rodillazo en la zona de la entrepierna y me di la vuelta para ponerme encima de él.

Me dejó darle otro puñetazo en la cara antes de cruzar mi línea de defensa. Noté el sabor de la sangre, y esta, la ira y la frustración formaron un cóctel delirante.

—¿Qué narices te pasa? —espetó mientras le golpeaba la cara contra los matorrales.

—Has dejado que se ocupe de un delincuente ella sola.

—Por Dios, pedazo de idiota. ¿Lo has visto? Lina come tipos como ese para desayunar.

—Le ha hecho daño, joder.

Le di un golpe en las costillas. Mi hermano gruñó y después me apartó con un movimiento de piernas elaborado.

Me agarró del pelo y me estampó la cara contra el mantillo.

—Solo le ha hecho un moretón. Tú eres el imbécil que le ha hecho daño.

Di un codazo por encima del hombro y noté que conectaba con su mandíbula.

Knox volvió a gruñir y después escupió.

—Si alguien tiene que darle una paliza al otro, debería ser yo el que te patee el culo por intentar confundirla. Es mi amiga.

—Y yo soy tu maldito hermano —⁠le recordé.

—¿Y entonces por qué nos estamos peleando?

—¿Cómo narices quieres que lo sepa? —⁠Todavía sentía la ira. La impotencia. La necesidad de tocarla cuando sabía que ya no tenía derecho a hacerlo.

—¿Knoxy? —canturreó Naomi, borracha, desde alguna parte del interior de la casa.

—Está fuera, peleándose con el tío Nash en el patio. Se han cargado el porche —⁠la informó Waylay.

—Genial. Ahora me vas a meter en problemas —⁠se quejó él.

Los dos nos dejamos caer de espaldas sobre la vegetación aplastada. Las estrellas eran puntitos brillantes en el cielo del color de la tinta negra.

—La has dejado sola. —Le repetí.

—Sabe cuidar de sí misma.

—Pero eso no significa que deba hacerlo.

—Mira, tío, ¿qué quieres que te diga? Necesitaba que me llevara a Flor y a Sloane, que estaban como una cuba. Si no vuelvo a escuchar una canción de karaoke de las Spice Girls en mi vida, será demasiado pronto.

Lina necesitaba a Knox. Dejé que ese hecho vagara por mi mente.

Cuando se había metido en líos, había llamado a Knox, no a mí.



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