Coplas satíricas del siglo XV by Anónimo

autor:Anónimo [Anónimo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Poesía, Sátira
editor: ePubLibre
publicado: 1465-04-15T00:00:00+00:00

[MUJERES]

A ti, diosa del deleite,

gran señora de vasallos[125], 390

dícenme que tienes callos

en el rostro del afeite,

y que vuestra señoría

tiene tres dientes postizos,

que sabe mucho de hechizos 395

y estudia nigromancía.

Decid, señora marquesa[126],

¿cómo os va con el marqués[127]?:

“Más ha ya, padre, de un mes,

que no como yo a su mesa”. 400

No tengáis pena ninguna,

que si el apetito inflama,

ahí está don Juan de Luna[128],

que nunca os falta en la cama.

Doña Elvira de Pizaño[129], 405

la del rabo y ojo puto,

¿por qué os quitásteis el luto

antes de cumplir el año?:

“Por casar con mi criado,

el mi paje tan querido, 410

que en vida de mi marido

le tuve yo por velado”.

Decid, la dama sin nombre

por no ofender al marqués[130],

¿a cómo vale el valdrés[131] 415

por falta de cuerpo de hombre?:

“A tres veces en el año,

Provincial, digo de honor,

habidas con gran sudor,

o por fuerza o por engaño”. 420

Señora doña María[132],

no estéis más en mi posada,

que hedéis mucho a judía,

aunque vengáis perfumada,

mas dicen que tenéis 425

unos humillos de puta

que os hacen muy disuluta

cuando a vistas os ponéis[133].

Vos, doña Isabel de Estrada[134],

declaradme sin contienda, 430

pues tenéis abierta tienda,

¿a cómo pagan de entrada?:

“Vaya vuestra reverencia

a doña Inés Coronel[135],

que se ha visto en el burdel 435

de la ciudad de Valencia”.

Ah, patrona de gran fama,

pues pasó vuestro deporte

idos ya de aquesta corte,

que sois vieja para dama: 440

“Por cierto, padre, sí hiciera,

pues no cortan mis tijeras[136],

pero sirvo de tercera

a hijas y compañeras”.

Dícenme, doña María[137], 445

que por hacer buena masa

se ha pasado a vuestra casa

toda la chancillería;

Castilla no lo consiente,

aunque disimula el rey, 450

pues hazéis quebrar la ley

a su nuncio presidente[138].

Ah vos, doña Inés Mexía[139],

más fría que los inviernos,

¿a cómo valen los cuernos 455

que ponéis a don García[140]?:

“Al precio de los de Hurtado[141],

que le pone su mujer,

doña Sancha de Alcozer[142],

con un fraile consagrado”. 460

Dícenme, doña Leonor[143],

que doña Ana, vuestra hija,

ha corrido la sortija[144]

con el nuestro superior,

que don Sancho de Quiñones[145] 465

ha picado en su racimo[146],

y don Alvaro, su primo[147],

le rebusca los granzones[148].

Ah frayla doña Mencía[149],

¡cómo parecéis al padre! 470

¡Bendita sea la madre

que tales hijas paría!

Pues desde una hasta ciento

nunca el cuerpo denegó,

por igualar con el cuento 475

que de su madre heredó.

¿Qué buscáis, dezid, doña Ana[150],

en aquesta real audiencia?:

“Vengo a oír la sentencia

del pleito de doña Juana[151], 480

y entretanto que se da,

ándome por esta corte

por mi plazer y deporte

y ver si alguien me querrá”.

Doña María Saravia[152], 485

mujer de Franco García[153],

¿a cómo vale la rabia

que tenéis por hidalguía?:

“A tres libras de albayalde

asentadas en la tez, 490

que pone la del alcalde

Pero Alvarez[154], el juez”.

A ti, fray doña María[155],

mujer que fuiste de aquel[156]

que por la tinta y papel 495

le llamaron señoría,

pues fueron tales estrechos

que nunca volviste espaldas,

alçando siempre las faldas

y adargando con los pechos. 500

Doña María Manrique[157],

respondedme a lo que os digo:

si tenéis a don Fadrique[158]

por esposo o por marido:

“Hablando, padre, verdad, 505

yo le tengo por sayón,

y dígolo en confesión

a vuestra paternidad”.

Decid, dama cortesana[159],

que estáis triste y querellosa: 510

¿qué vida es ser religiosa

para la que fue profana?:

“Preguntadlo, Provincial,

a doña Isabel Girón[160],

que dexa la religión 515

por seguir la corte real”.

Doña Mayor de la Cueva[161]

dio mano de casamiento

a don Álvaro Sarmiento[162],

lo cual ahora

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