Como después de marzo, abril by Dona Ter

Como después de marzo, abril by Dona Ter

autor:Dona Ter [Ter, Dona]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista, Romántico, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2021-03-31T00:00:00+00:00


21. Te odio

Daniel

—Dan, tenéis que hablar —insiste Ruth por segunda vez esta mañana.

—No tengo nada que decirle —⁠repito sin dejar de lavar los platos.

«¡No quiero volver a verla!».

Han pasado tres días desde el encontronazo en la acera y aún me tenso cuando lo recuerdo. Estoy tan histérico que la única manera que he encontrado para calmarme es cocinando. Tenemos la nevera repleta de táperes, igual que el congelador. Ruth está encantada, sobre todo con el hecho de tener cada día un bizcocho recién salido del horno para desayunar, pero me conoce y empieza a estar preocupada e insistente. Y no puedo reprochárselo.

—Sí, tenéis. —Me coge del brazo y me obliga a girarme para mirarla⁠—. Te está carcomiendo. No puedes seguir escondiéndote.

—Es pasado —murmuro, repitiendo la misma frase que le dije a ella; recordar aquel instante hace que se me lleven los demonios por haber estado a punto de besarla.

«¡Cuánto te odio, maldita sea!».

La rabia no se ha esfumado con los años y volver a verla solo ha hecho que aflorara de nuevo. Estoy cabreado con ella porque ha osado incluirse en una vida en la que ya no tiene ningún derecho. La odio por no haber desestimado hacer su trabajo. ¿Qué le costaba decir «no puedo» y marcharse? Pero no, siguió aquí, en mi casa, atendiendo a mi mujer y dando la bienvenida a mi hija.

Odio deberle algo.

Estoy cabreado conmigo mismo por no saber controlar mis impulsos al tenerla delante, pero parecía tan vulnerable, tan perdida, que, a pesar de todo, una parte de mí solo veía a mi Elís y deseaba sentirla en mis brazos y consolarla.

—Sabes tan bien como yo que no es verdad.

—Ruth… —suplico, inspirando por la nariz.

No quiero volver a verla. A decir verdad, el verbo correcto sería que «no puedo». Quiero volver a verla, claro que sí, joder. Es ridículo seguir mintiéndome. Pero no puedo, esto también es verdad, porque dudo que pueda frenar de nuevo aquellas locas ganas de abrazarla, sentirla, besarla. La odio y me odio a mí mismo por lo que sigue despertando en mí.

Estoy perdido en mis pensamientos cuando noto que Ruth me abraza, devolviéndome al presente. Me besa en el pecho, el olor de su pelo me cosquillea la nariz. Es mi casa, mi presente y futuro. Le rodeo la cintura, pegándola más a mí.

—Necesito que lo afrontes para poder estar tranquila. No te lo sugiero, te lo pido.

Dudo, pero al final acepto. Sus palabras, su mirada entre súplica y miedo, son suficientes. Esto va más allá de mí. Lo último que quiero es meterla a ella en mi mierda. Ya la sufre sin querer y no se lo merece. Hace tres años que lo mío con Elís dejó de ser algo de dos.

—De acuerdo, pásame su teléfono.



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