Cartas de amor a Nora Barnacle by James Joyce

Cartas de amor a Nora Barnacle by James Joyce

autor:James Joyce [Joyce, James]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 1975-01-01T05:00:00+00:00


20 de octubre de 1909

[Tarjeta postal]

[París]

Llegué aquí hoy y salgo mañana para Londres. Di a Stannie que llame a Latzer, Via Veneziani, 2, II, a quien escribí diciéndole que mi hermano podría dar las lecciones en mi ausencia. Corro a tomar el tren y temo perderlo. No te preocupes.

JIM

[¿25 de octubre de 1909?]

44 Fontenoy Street, Dublín

Mi Nora pobre y solitaria, dejé pasar tantos días sin escribirte porque me llamaste imbécil sólo pocos minutos antes de que abandonara Trieste, por llegar tarde a casa después de estar todo el día ocupado. Pero ahora lo siento por ti. Nora, por favor no me digas nunca más estas cosas. Sabes que te quiero. A pesar de lo ocupado que estoy desde que llegué, pienso todo el día qué regalarte. Estoy pensando comprarte un juego de pieles negras, estola, gorro y manguito. ¿Te gustaría?

Aquí me parece que pierdo todo el día entre la gente vulgar de Dublín, a la que odio y desprecio. Mi único consuelo es hablar de ti a mis hermanas siempre que puedo, como solía hacerlo a tu hermana Dilly. Es muy cruel estar separados. ¿Piensas en las palabras de tu collar de marfil? Esta vez tengo constantemente tres imágenes distintas de ti en mi corazón. La primera, tal como te vi en el instante de mi llegada. Te veo en el pasillo, juvenil y con aire de muchacha, con tu vestido gris y tu blusa azul, y oigo tu extraño grito de bienvenida. La segunda, te veo tal como viniste a mí aquella noche cuando estaba en la cama dormido, con tu pelo suelto y las cintas azules en tu camisón. En la última, te veo en el andén de la estación poco después de decirte adiós, con tu cabeza medio girada hacia atrás de pesar, con un extraño gesto de desamparo. ¡Pequeña y querida muchacha extraña! ¡Y todavía me escribes preguntando si estoy cansado de ti! Nunca me cansaré de ti, querida, si eres solamente un poco más cortés. Esta vez no puedo escribirte con tanta frecuencia, pues [estoy] terriblemente atareado desde la mañana hasta la noche. No te preocupes, querida. Si lo haces, arruinarás mis posibilidades de hacer algo. Después de esto espero que tendremos muchos, muchos, muchos largos años de felicidad.

Mi pequeña, querida y leal Nora, no escribas de nuevo dudando de mí. Eres mi único amor. Me tienes completamente en tu poder. Sé y siento que si en el futuro tengo que escribir algo bueno o noble, lo haré únicamente escuchando sobre las puertas de tu corazón.

¿Qué conversaciones tan bonitas tuvimos juntos esta vez, verdad, Nora? Querida, las tendremos de nuevo. ¡Coraggio! Por favor, querida, escríbeme una carta bonita y dime que eres feliz.

Di a mi hermoso hijito que iré a besarle alguna noche cuando se duerma rápidamente, que no se preocupe por mí y que espero que esté mejor, y dile a esa graciosa hija mía que le mandaría una muñeca pero que «l’uomo non ha messo la testa ancora».

Ahora, mi pequeña iracunda, mal educada y espléndida muchachita, prométeme no llorar, sino darme ánimos para seguir aquí con mi trabajo.



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