Café karnak by Naguib Mahfuz

Café karnak by Naguib Mahfuz

autor:Naguib Mahfuz [Mahfuz, Naguib]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: - Divers
publicado: 2011-01-20T21:25:27+00:00


»Pero quiero decirte que el hombre encuentra la forma de vencer el sufrimiento cuando éste supera los límites, y que en lo más profundo del dolor, se fortalece para expulsarlo mediante un desprecio que se puede considerar fuerza o desesperación. Así pues, me entregué a mi destino y dije: "Que venga el demonio si ése es mi sino, y que venga también la muerte". Y dejé de formular preguntas para las que no había respuesta. Pero a veces recordaba el virus de la gripe que resiste a los antibióticos creando una nueva especie inmune a éstos.

–¿Permaneciste de pie? –le pregunté.

–Cuando me sentí extenuado, me acurruqué, luego crucé las piernas en el asfalto e intenté dormir. ¿Te imaginas? Y cuando me desperté y empecé a recordar, me di cuenta de que había perdido la noción del tiempo. ¿Cuánto había dormido? ¿Era de día o de noche? Me toqué la barba y dije: «Este será mi miserable reloj».

–¿Permaneciste allí mucho tiempo?

–Sí.

–¿Y la comida?

–Abrían la puerta de la celda y me daban un plato con queso o algo salado y un trozo de pan.

–¿Y las necesidades?

–A una hora determinada, se abría la puerta de nuevo y un gigante, como un luchador de circo, me llamaba y me acompañaba a las letrinas, al final del pasillo. Yo le seguía con los ojos entornados para protegerme de la luz. Nada más cerrarse la puerta, gritaba con voz de trueno: «¡Date prisa, hijo de perra! ¿Es que quieres pasarte ahí todo el día, hijo de puta?». Te puedes imaginar mi estado de ánimo allí dentro.

–¿Y no sabes cuántos días estuviste?

–Sólo Dios lo sabe. Cuando mi barba creció hasta un límite determinado, dejó de ayudarme.

–Pero sin duda te someterían a algún interrogatorio.

–Sí. Un día me llevaron ante Jalid Safwán –respondió; luego hizo una pausa, con los ojos cerrados, embargado por una fuerte emoción que yo compartía.

–Me llevaron a su despacho descalzo, en galabeyya y con los nervios destrozados. Detrás de mí iban uno o más hombres que no me permitían volverme a la derecha ni a la izquierda, y por supuesto me impedían mirar hacia atrás. Así pues, no veía nada de lo que me rodeaba. Centré mi débil vista en la persona de Jalid Safwán, y lo que quedaba de mi humanidad se disolvió por el pavor.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.