Bruja de las Brujas by Tea Stilton

Bruja de las Brujas by Tea Stilton

autor:Tea Stilton [Stilton, Tea]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 2015-04-27T16:00:00+00:00


Gunnar asintió. En su fuero interno, no pudo reprimir cierta perplejidad. ¿De verdad había cambiado el príncipe Sin Nombre? Realmente ¿podían confiar en él? Pero no era el momento de responderse. Debía recorrer aquel pasillo lleno de peligros y guiar a los demás. Echó a andar muy despacio, repartiendo bien el peso en cada paso y tratando de mantenerse lo más pegado posible a la pared del pasillo.

Nives y Samah lo seguían muy concentradas, con la mirada fija en el suelo.

—A partir de aquí las baldosas están todas intactas —dijo Gunnar, al llegar a la mitad del pasillo.

—Eso no hace más que confirmar mis temores —contestó Samah—. Los demás deben haberse caído, porque si hubieran pasado por aquí, las baldosas que hay más adelante también estarían rotas.

—No necesariamente —objetó Nives, esperanzada—. Quizá han avanzado pegados a la pared, como estamos haciendo nosotros. Confiemos en el instinto de Gunnar. Hasta ahora nunca le ha fallado.

—De acuerdo —respondió Samah.

Cuando ya casi lo habían conseguido, entonces Gunnar se detuvo.

—¿Qué pasa? —preguntó Nives.

—Mira —contestó él, apoyando la punta del pie en la baldosa que tenía delante. De repente, la baldosa se hundió y cayó.

Hizo lo mismo con la baldosa siguiente, que también cedió.

—¿Y ahora qué hago? —preguntó Samah, intentando mantener la calma.

—Saltemos.

—¿Y si las otras baldosas también se caen?

—No te preocupes, Samah. Yo iré delante.

—Eso me preocupa a mí —intervino Nives—, no quiero que te pase nada.

—Dejad que vaya yo —se ofreció Neil—. Sé lo que tengo que hacer, si una baldosa se suelta.

Todos sabían que el príncipe Sin Nombre tenía la magia de su parte y eso le daba seguridad. En realidad, era el que corría menos peligro allí dentro, de modo que lo dejaron hacer.

Acto seguido, Neil retrocedió unos cuantos pasos para tomar carrerilla. Después se aproximó rápidamente al suelo que se había hundido y luego saltó al otro lado del agujero.

La baldosa donde puso el pie cayó enseguida, lo mismo que la siguiente, pero Neil era muy ágil y consiguió llegar hasta una tercera baldosa que, afortunadamente, no se movió.

—¡Muy bien! —exclamó Samah.

—Y sin ayuda de la magia —añadió Nives con una gran sonrisa.

—Ahora ya podéis saltar, no os preocupéis. Yo os ayudaré desde aquí.

La primera fue Samah. Tomó impulso, corrió y saltó. Sólo consiguió poner la punta del pie en la baldosa donde estaba Neil, pero él la asió por un brazo y la sujetó. Luego la ayudó a ponerse en pie y la agarró con fuerza, como si quisiera asegurarle que no la soltaría.

Ese gesto reconfortó a la princesa del Desierto. Los brazos de Neil eran sólidos y acogedores. Una profunda emoción floreció en su corazón. Era un sentimiento que ya había experimentado, pero los últimos acontecimientos lo habían relegado a un rincón, como si estuviera dormido. Se ruborizó, sorprendida al ver que casi se había quedado sin aliento. Por suerte, nadie se percató en la penumbra del pasillo.

Después saltó Nives y por último Gunnar.

Todos estaban al otro lado del agujero. Sólo les quedaba recorrer un breve tramo.

—Si os parece bien, yo iré delante —dijo Neil.



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