Blood Song by Anthony Ryan

Blood Song by Anthony Ryan

autor:Anthony Ryan [Ryan, Anthony]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo 2

—Unos setenta hombres aproximadamente —dijo Dentos con la boca llena de ternera en salazón—. A diez kilómetros hacia el oeste de aquí. Es una buena posición, con una hondonada al este, rocas en el sur y pendientes pronunciadas tanto a norte como a oeste. Será difícil acercarnos sin ser detectados.

Habían regresado el decimocuarto día de entrenamiento. Caenis llevaba consigo un mapa lleno de notas en el que revelaba la disposición del campamento cumbraelino. Se reunieron alrededor de la fogata junto con Al Hestian y Makril para organizar el plan de ataque.

—Setenta son muchos para estos novatos, hermano —aconsejó Barkus a Makril—. Aún junto con nuestros hermanos nos superan en número.

—Cada hermano vale tres de los suyos —respondió Makril—. Además, un hombre sorprendido suele morir antes de poder desenvainar. —Hizo una pausa para examinar el mapa de Caenis, trazando con su dedo grueso una línea sobre la hondonada que existía en el borde este.

—¿Cómo de protegido está este flanco?

—Tres hombres lo patrullan durante el día —respondió Caenis—. Cinco al anochecer. Al parecer Flecha Negra es un hombre precavido, espera que ataquemos en la oscuridad. Hay una ruta hasta el campamento. —El joven hermano señaló al conglomerado de piedras que bloqueaban la entrada sur—. Llegué a acercarme lo suficiente como para oler su tabaco. Pero es un camino para un solo hombre. Un escuadrón sería demasiado fácil de avistar.

—Cinco centinelas protegiendo la mejor ruta, y solo un hombre puede abrir la puerta —caviló Makril—. Eso si logramos llegar sin ser descubiertos.

—Hemos guardado algunos de sus ropajes y armas —dijo Dentos—. Puede que en la oscuridad me confundan por uno de los suyos.

—Querrás decir que me confundirán a mí —dijo Caenis.

—Enfrentarse a cinco hombres a la vez…

—Tal y como dice el hermano Makril, los hombres a los que se toma por sorpresa son fáciles de matar. Además, soy el único que conoce el camino.

—Tiene razón —dijo Makril—. Yo conduciré a los hermanos a través de la hondonada. Mi señor —dijo, mirando a Al Hestian—, sugiero que llevéis a vuestra compañía hacia el borde sur, y esperéis hasta que oigáis el ruido de nuestro primer ataque. Para cuando lleguéis ya habremos acabado con la mayor parte de sus fuerzas, y podréis atacar desde su flanco ciego.

Al Hestian asintió.

—Un buen plan, hermano.

—Yo debería acompañar al señor Al Hestian —dijo Vaelin—. Es probable que los hombres no se demoren tanto en el ataque si uno de nosotros se encuentra entre las filas.

Pudo ver que Makril todavía sospechaba por como entornó los ojos ante su comentario.

Entonces la voz de sospecha en su cabeza volvió a hablar en su mente.

«Lo sabe. Quizás los otros no puedan llegar a imaginarlo, pero él lo sabe, puede olerlo en ti como si de sangre se tratara».

—Sería mejor que Sendahl y Jeshua acompañasen a nuestro señor —dijo Makril, todavía con la mirada clavada en Vaelin—. Necesitaremos de tu espada cuando asaltemos el campamento.

—Vaelin despierta un temor mucho mayor entre los hombres que ninguno de nosotros —comentó Barkus—. Es más que probable que la tropa se muestre más disciplinada si él los acompaña.



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