Beauchamp Hall by Danielle Steel

autor:Danielle Steel [Steel, Danielle]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-11-20T00:00:00+00:00

* * *

Elizabeth estuvo extrañamente callada durante la semana siguiente o un poco más, y a Winnie le preocupaba haber dicho o hecho algo que la hubiera ofendido. Las bromas y el intercambio amistoso se habían acabado de pronto. Al principio, se preguntó si Elizabeth estaría enferma, aunque respondía que se encontraba bien cuando Winnie se lo planteaba. Y después de unos días, ya no quiso molestarla. Resultaba evidente que ella no quería hablar. Pasaba mucho tiempo haciéndose confidencias con Bill Anders en privado, y solía pedir a su ayudante que los dejara a solas, un proceder que no había tenido hasta entonces. Winnie no quería insistir, pero empezaba a pensar que iban a despedirla y lo comentó con Nigel. Le preguntó si había oído algún rumor —la rumorología era una práctica muy activa en el rodaje—, aunque él le contestó que no había oído nada sobre el tema.

—Seguramente guardará relación con el divorcio de Bill. No pueden seguir teniendo una aventura de forma tan descarada para siempre. A todo el mundo le agradan las historias de amor, pero, tarde o temprano, los espectadores solo pensarán que son un par de infieles y a los patrocinadores de la serie no les gustará.

Winnie no lo había pensado desde esa perspectiva.

—Supongo que llevas razón. Pero se callan cada vez que entro en el remolque. Antes, a ella no le daba miedo decir nada delante de mí. Y ahora apenas me dirige la palabra. Creo que debo de haber hecho algo que la ha ofendido.

—No te obsesiones tanto —la pinchó Nigel, pero Winnie sentía algo extraño en la boca del estómago y esa sensación no se le quitaba.

El lunes siguiente, Elizabeth y ella estaban recogiendo una peluca para que la actriz se la pusiera en la próxima escena. Esta se había probado varias y no le gustaba ninguna; acababan de pedir a la encargada de las pelucas que sacara más, cuando Michael Waterman, el productor ejecutivo, entró de golpe en el remolque sin llamar a la puerta. Estaba rojo como un tomate y no paraba de sacudir varias hojas de papel que llevaba en la mano.

—¿Cuándo lo has planeado? —le preguntó a Elizabeth gritando, y ella bajó la mirada y la apartó de la de él. Le agitó los papeles en la cara y a ella empezaron a caerle las lágrimas—. ¿No has tenido el valor de hablarlo conmigo? ¿Me has tenido que mandar una puñetera carta? ¿Llevamos seis años trabajando juntos y me lo dices cuatro semanas antes de la pausa de vacaciones? ¿Sabes lo que va a suponer esto para nosotros? Acabas de torpedear el barco. El Titanic se hunde. ¿Esto es lo que querías? Bueno, pues tengo noticias para ti. No voy a permitir que se hunda. Todos hemos trabajado demasiado duro y adoramos esta serie demasiado para permitirte que nos destruyas. Pensaba que tenías corazón, Liz. Ya sabes que podemos demandarte, ¿no?

—No, no podéis hacerlo —dijo y habló por primera vez levantando la cabeza para mirarlo. Estaba blanca como

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