Axel by Luis García-Rey

Axel by Luis García-Rey

autor:Luis García-Rey [García-Rey, Luis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2023-01-11T00:00:00+00:00


35

—No.

Era el tercer no consecutivo que recibía y Axel aún no había formulado ninguna pregunta. Solo había dicho:

—Quiero verla.

—No.

—Le sentará bien.

—No.

—Sí.

—No.

Estaban de pie junto al coche de Iria Novoa, que se quería ir a casa. Axel la había visto alejarse desde la comisaría y la alcanzó de una carrera. Al fondo, varios edificios de ladrillo naranja y ventanas con persianas le trajeron a Axel vagos recuerdos de su infancia.

Pensó en visitar a su madre. Había crecido no muy lejos de allí. En un bloque de pisos gemelos, con varios portales y un patio interior común.

Cuando miró a Iria a los ojos, hurgó en sus recuerdos y trató de recordar la última vez que habían hablado a solas.

¿Cuánto había pasado? ¿Ocho o nueve años?

Axel le atribuyó al paso del tiempo la red de pequeñas líneas asimétricas que se formaban alrededor de sus ojos, que seguían siendo azules, como zafiros enfadados.

Se conocían de toda la vida. Axel era un par de años mayor que ella, pero de niños veraneaban juntos en Panxón y con el tiempo trasladaron su amistad a la ciudad.

Y con el tiempo también su relación se deterioró mucho. Antes se apreciaban. Ahora se odiaban.

Bueno, en realidad, Iria odiaba a Axel. Además, había descubierto que seguía llamando por teléfono a su hermana Noa y no estaba dispuesta a permitirlo.

—Déjala en paz. Te lo pido por las buenas —ordenó—. Ahora está tranquila. No habla de ti, no piensa en ti. No arrases con todo, te lo advierto.

Iria seguía muy seria. Axel se preguntó si era ya su estado natural o era él quien se lo provocaba.

—No pretendo arrasar nada —se excusó Axel—. Y deja de tratarla como a una niña pequeña. Ya es mayorcita para tomar sus propias decisiones.

—¿Cómo? ¡Hay que joderse, Axel, de verdad! ¡Qué fácil es hablar desde la distancia, eh! Y ahora vienes, te presentas aquí un día y me dices cómo son las cosas y cómo deben ser. Claro que sí. Y el resto del tiempo te dedicas a tu vida en Madrid y en Galicia que se apañen. Que te den por el culo, Axel. Me voy. Ni se te ocurra aparecer.

Axel agarró la puerta del conductor del coche de Iria antes de que se cerrase.

—Espera. No seas así. Por supuesto que no es fácil para mí. ¿Tú te crees que para mí es fácil que me odiéis todos? —Una ráfaga de aire arrastró algo de polvo y los ojos de Axel se humedecieron—. Pero tienes que entender que hay muchas cosas que no sabes y que no puedes saber. Muchas. Tienes que confiar en mí. Necesito hablar con Noa. No me lo pongas más difícil.

Iria dio un tirón brusco y cerró la puerta.

—¡Que te pires!

Axel cedió y se apartó cuando los neumáticos del Citroën C3 chirriaron en sus narices. Sabía que no podía convencer a Iria sin contarle la verdad y había jurado que jamás lo haría. Además, ella no estaba preparada para la verdad.

Nadie lo estaba.

Ni siquiera él.



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