¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? by Frans De Waal

¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? by Frans De Waal

autor:Frans De Waal [Waal, Frans De]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias naturales
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T00:00:00+00:00


6

Habilidades sociales

* * *

El viejo macho tenía que tomar una decisión digna de un político. Cada día, Yeroen era acicalado por dos machos rivales, cada uno ansioso por ganarse su apoyo. Parecía disfrutar con tantas atenciones. Ser acicalado por el poderoso macho alfa, el que lo había depuesto a él el año anterior, era absolutamente relajante porque nadie osaría molestarlos. En cambio, ser acicalado por el segundo macho, más joven, era un asunto más peliagudo. Sus encuentros irritaban sobremanera al macho alfa, que los veía como un complot en su contra, y siempre intentaba interrumpirlos: se le erizaba el pelo, ululaba y hacía exhibiciones de fuerza, golpeando puertas y empujando a las hembras, hasta que los otros dos machos se ponían tan nerviosos que se separaban y abandonaban la escena. Su separación era la única manera de calmar al macho alfa. Como los chimpancés machos nunca dejan de competir por la posición, y están siempre estableciendo y rompiendo pactos, ninguna sesión de acicalamiento es inocente. Cada encuentro tiene implicaciones políticas.

El macho alfa de entonces gozaba de una gran popularidad y apoyo, también el de la vieja matriarca, Mama, líder de las hembras. Si Yeroen hubiera querido una vida fácil, debería haber optado por el papel de adlátere de aquel macho. No habría generado marejada, y nunca habría visto amenazada su posición. En cambio, alinearse con el joven y ambicioso aspirante a alfa era una decisión arriesgada. Por grande y musculoso que fuera aquel macho, apenas acababa de dejar atrás la adolescencia. Aún tenía que demostrar su valía, y tenía tan poca autoridad que cuando intentaba poner fin a una pelea entre hembras, como suelen hacer los machos de mayor rango, se arriesgaba a que ambas contendientes la pagaran con él. Irónicamente, esto significaba que había conseguido poner fin a la pelea, pero a costa de su propia integridad. En vez de seguir gritándose, las hembras ahora se aliaban para perseguir al pretendido árbitro. No obstante, una vez lo tenían acorralado, eran lo bastante sensatas para no forcejear físicamente con él, bien familiarizadas como estaban con sus reflejos, su fuerza y sus caninos. Se había convertido en un jugador a tener en cuenta.

El macho alfa, por el contrario, era un pacificador tan hábil, tan imparcial en sus intervenciones y tan protector de los más débiles que era inmensamente querido. Había traído la paz y la armonía al grupo tras un largo periodo convulso. Las hembras siempre estaban dispuestas a acicalarlo y a dejarle jugar con sus retoños, y era probable que rechazaran a cualquiera que desafiara su reinado.

No obstante, esto es justo lo que hizo Yeroen cuando se puso del lado del joven advenedizo. Ambos emprendieron una larga campaña, que se cobró un gran peaje en forma de tensiones y heridas, para destronar al líder establecido. Siempre que el macho joven se posicionaba a cierta distancia del macho alfa, provocándole con aullidos cada vez más ensordecedores, Yeroen iba a sentarse justo detrás del retador, rodeaba su cintura con los brazos y ululaba en voz baja.



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