Anestesia local by Günter Grass

autor:Günter Grass [Grass, Günter]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1969-01-01T00:00:00+00:00

III

Después quedaron del pescado las espinas. Aireados espacios intermedios fáciles de poblar. Después se vendieron recuerdos. Algo tenía que ocurrir y ocurrió parcialmente luego, aunque en otro lugar. Después llegaron a casa las facturas. Nadie quiere haber sido. Después se prosiguió la profilaxis. Ya en el antes empieza el después.

La intervención en mi dentadura superior transcurrió de modo análogo a la intervención en la dentadura inferior. Aún hoy, cuando ya todo ha terminado y ha sido pagado, sigue mi dentista contestando mis preguntas; y así, al preguntarle ayer si no debía yo dar por hecho que él, pese a toda su amabilidad, era parco en palabras e inclusive lacónico, me contestó prolijamente: «Carece relativamente de importancia el que habláramos o no literalmente. Nada de escrúpulos, pues. No decía yo lo que a usted le interesaba oír, sino que le permitía a usted dejarme decir aquello que yo tenía por exacto y había ya prácticamente expresado. Inclusive sus correcciones posteriores —a usted le gusta modificar— no son más que mis ocurrencias mal interpretadas, ¡Y ahora, ríase usted!».

Le rogué que tuviese en cuenta que la multiplicidad de sus pacientes, que tenían que contestar todas sus preguntas, podía haberle provocado confusión e inducido su memoria a error.

«Usted olvida mi tarjetero. Aquí tengo su ficha: después de un descanso relativamente prolongado, y luego de que las dificultades con su alumno parecían haber sido eliminadas, o sea, cuando del 7 al 13 de febrero, para ser exactos, modificamos la posición de la dentadura de su maxilar superior y, si bien no lo suprimimos del todo, atenuamos su prognatismo; en un momento, pues, en que yo había empezado ya el tratamiento tardío de la mordida distal de su alumno Scherbaum, le dije a usted al limar el primer molar: Mi querido profesor Starusch. Después de que usted se ha sentido un poco afectado por el proyecto —en buenahora abandonado— de su alumno, habiendo el muchacho logrado ponerme pensativo inclusive a mí, debería usted abandonar de una vez sus crespas ficciones; en efecto, su Krings, o comoquiera que se llame, no es más, según su caracterización, que un coronel fracasado que, al igual que muchos otros militares sin apropiada formación profesional, ha tratado de tomar posición en la industria. Sabemos de casos comparables. Se kringsea por todas partes. Y para su Krings, los éxitos económicos no bastaban; de ahí que, en el círculo de su familia, le gustara ganar en la plancha de mármol batallas que sus superiores jerárquicos habían perdido. (Mi peluquero, un ex capitán, se entrega a análogas fantasías victoriosas frente al espejo.) Y a causa de estas fanfarronadas se llegaba ocasionalmente a altercados de palabras entre el coronel y su hija, a quien usted quiere de nueva cuenta recrear como monstruo, en tanto que yo he tratado de representarme a su prometida como una chica sensata, aunque no sin encanto, a la que las calaveradas enfermizamente frecuentes de su novio iban disgustando cada vez más…»

(Seis dientes me ha limado, hasta dejarlos cónicos para soportes del puente.

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