Amor y odio en la Alemania nazi by Ryan Armstrong

Amor y odio en la Alemania nazi by Ryan Armstrong

autor:Ryan Armstrong [Armstrong, Ryan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-01-01T00:00:00+00:00


Capítulo 20

E

staba soñando cuando lo escuché.

No estaba seguro de dónde estaba o qué estaba sucediendo, ya que no había despertado del todo.

Los golpes en la puerta fueron implacables. Me desperté por completo y sentí miedo, más miedo que nunca. Supe que se trataba de un soldado que quería papeles. ¿Cómo era posible que no me hubiese preparado y practicado lo que diría? ¿Cómo me había abandonado al sueño tan irresponsablemente después de haber estado con Lilo? En eso pensé mientras me ponía la camisa y los pantalones. Estaba abrochándomelos cuando intentaron forzar la puerta, pero yo la había trabado.

—Quédate en la cama, yo me ocuparé de esto —le susurré a Lilo antes de enfurecer aún más al que llamaba insistentemente.

Abrí la puerta y me encontré a un soldado que estaba claramente irritado.

—Billetes y papeles por favor —solicitó con naturalidad.

—Sí, por supuesto. —Le di los billetes, que él estudió y perforó rápidamente para luego devolvérmelos.

—¿Y sus papeles?

—No los tengo conmigo.

—¿Y quién más está en la habitación?

Se introdujo en la cabina y encendió las luces. Lilo entrecerró los ojos, cubierta solo con la sábana. Me sentía muy nervioso y traté de ocultarlo. Me sudaba la frente de tal modo que rogué que el sudor no se deslizara tan evidentemente por el puente de mi nariz.

—Ninguno de nosotros tiene documentos —dije y me miró con severidad.

—¿Y por qué no? Tendré que arrestarlos a ambos hasta que se determine su identidad.

Nuestro certificado de matrimonio estaba en el suelo. Él lo notó y lo arrastró ligeramente con el pie.

—¿Qué es esto?

—Es un certificado de matrimonio. Acabamos de casarnos.

—¡Felicidades! —exclamó tras levantarlo y leerlo. En su rostro apareció una expresión diferente. Sonrió—. Conozco a ese pastor; casó a mis padres. Es un buen hombre.

Asentí falsamente.

Me estrechó la mano y su semblante cambió de repente.

—No veo un anillo, ¿dónde están sus anillos? Sin papeles, con certificado de matrimonio, pero sin anillos.

—Señor, estábamos caminando junto al gueto —dijo Lilo señalando mi ojo morado— cuando unos judíos con vestimenta de trabajo nos robaron los papeles y los anillos y golpearon a mi esposo.

Me examinó el ojo. Pareció convencido a medias, pero vacilaba; no sabía si creernos o no. Dirigí la mirada hacia las manchas tenues de la sábana entre las piernas de Lilo; una leve coloración rosada en la tela blanquecina.

—Señor, ¿puedo hablar con usted en privado, en el pasillo? —le susurré—. Lamento toda esta confusión. No quiero hablar aquí, ha sido la primera vez que mi mujer ha estado con un hombre. No quiero que se sienta más incómoda de lo que ya lo está.

Echó un vistazo a las sábanas, vio la mancha y se sonrojó.

—Lo siento, señora. —Apartó la mirada de ella y volvió a darme un apretón de manos—. Los dejaré solos. El Pastor Vogel es un buen hombre, felicidades de nuevo. Lamento que esas ratas les hayan robado los anillos. Puedo escribir un informe. Si los encuentran serán fusilados, como los perros que son. Que le hagan eso a uno en el día de su boda.



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