Amenazada by Raúl Garbantes

Amenazada by Raúl Garbantes

autor:Raúl Garbantes [Garbantes, Raúl]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2019-07-14T16:00:00+00:00


Capítulo 3

Anne le preguntó a Hans la razón de la visita de Julia Stein. Hans tuvo que contarle —con algo de pena— que la chica creía que tenía información valiosa en relación con Gail Whitman.

—Verás, casualmente viajó en el avión de venida a Wichita. Noté que miró como si reconociera la fotografía de Whitman, pero no cruzamos ninguna palabra. Luego he estado en conversaciones con la madre de Gail Whitman y he ido a la casa de su antiguo novio, llamado Elvin Bau. Él no está en la ciudad y no lo han visto en mucho tiempo, está desaparecido u oculto según dice su madre, pero me he entrevistado con ella y con una de las hermanas, Margaret. No te he puesto al tanto de esos movimientos porque aún no he podido lograr convencerte de que Gail Whitman es la primera víctima del asesino serial de Wichita, aunque no renuncio a esa idea —dijo Hans.

Anne lo miraba sin ninguna molestia. Entonces él continuó explicándose.

—El asunto es que esta chica, Julia Stein, era del círculo cercano de amigos de Gail Whitman, y entonces ató cabos y se dio cuenta de que si yo había venido a investigar al asesino serial y tenía una foto de su amiga era porque algunos del FBI pensamos que los eventos están relacionados. Me contó algo de unas actividades de un club que frecuentaba el padre de Elvin Bau, Gerard Bau.

—Sé quién es Gerard Bau. No era una buena pieza, pero siempre estuvo amparado y nunca dio pie para llegar a tener problemas legales ni penales.

—Según la cuñada de Julia Stein, Gerard Bau y Otto Dupont estaban metidos en algo turbio que tenía que ver con algunas actividades en el club.

—Sí, sé cuál club. ¿Y has dicho Otto Dupont? —dijo Anne sin contener el asombro. Se estaba imaginando lo que vendría encima del Departamento si se demostraba cualquier cosa contra Dupont. Calladamente le pidió a Dios que lo que contaban no fuera cierto.

—Eso fue lo que dijo Julia Stein. Viéndolo bien, no tiene nada más. Ni una sola prueba… —se lamentó Hans.

—¿Y de dónde saca la cuñada la información? —preguntó Anne, mostrando actitud resolutiva.

—Simplemente se lo dijo. Según cuenta, el hermano de Julia Stein, Patrick, era bastante cercano a los Bau y en una oportunidad le dijo a su esposa que tanto Bau como Dupont no eran lo que aparentaban ser puertas adentro.

—¿Patrick Stein tampoco tiene información sobre el paradero de Elvin Bau?

—La chica no lo dijo, pero creo que no —dijo Hans, tomando conciencia de que debió preguntarle eso a Julia y no lo hizo.

—Y tú quieres ubicar a Elvin Bau, supongo —concluyó Anne.

—Sí. Al principio sin mucha alharaca, y luego como sea preciso.

—Bueno, hasta que no tengamos nada más… —dijo Anne, dejando la frase inconclusa.

—Lo sé —respondió Hans, resignado.

En ese momento Juliet Rice tocó a la puerta de la oficina, entró y transmitió una información.

—Dos técnicos ingresaron en las casas de Alice y de Megan para comprobar lo de la silla de ruedas. Confirmaron



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