Agridulce by Colleen McCullough

Agridulce by Colleen McCullough

autor:Colleen McCullough [McCullough, Colleen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2012-12-31T16:00:00+00:00


CUARTA PARTE.

SOBREVIENE EL DESASTRE

El 30 de octubre la prensa de Sídney informó de que el día 29 la Bolsa de Nueva York, que iba con dieciséis horas de retraso, se había desplomado de máximos récords a mínimos récords, lo que fue seguido de una ola de suicidios de hombres que se lanzaban de los rascacielos de Wall Street. Qué noticia tan jugosa. Aun así, Nueva York quedaba muy lejos, y la estructura financiera norteamericana no tenía capacidad para influenciar los acontecimientos en Australia tal como ocurría con las estructuras financieras británicas y europeas. América era el extranjero, sus negocios eran asunto suyo y su política, severamente aislacionista respecto del resto del mundo.

Charles Burdum interpretó el 29 de octubre bajo una luz adecuada, dejando escapar un suspiro mezcla de alivio y resignación. Sí, había ocurrido, pero sus fondos, así como los del hospital, estaban a salvo. Y la realidad era preferible a pasar más meses esperando a que cayera el hacha de lo desconocido. Un hombre podía poner manos a la obra frente a la realidad. Además, no ocurriría todo de la noche a la mañana. Charles no podía saber con seguridad qué síntomas habría tras la cortina de las abstracciones teóricas, más allá de que cada vez habría más hombres sin trabajo y que quienes conservaran el suyo se verían obligados a aceptar sueldos más bajos. Se pondrían a la venta más propiedades, pero habría menos compradores. Por lo visto, nadie había intuido aún que lo acontecido en el mercado financiero norteamericano tenía el poder de destrozar todos los mercados del mundo.

Una cena en la rectoría con Grace Olsen permitió a Charles encajar el rompecabezas de las Latimer; Grace era la única gemela que no había conocido hasta la fecha. Para sus adentros, decidió que en realidad Grace no hacía sino más enigmática la imagen completa. Aunque de la misma altura y constitución que Edda, resultaba muy distinta en lo tocante a rostro y carácter. Era hermosa pero tenía unos tristes ojos grises, la boca con tendencia a temblar y las comisuras levemente hacia abajo. Lucía un elegante vestido con franjas grises moteadas en diagonal, y su propensión al parloteo febril revelaba falta de interés en nada que no fueran su marido, hijos, hermanas, padre… y Jack Thurlow. Cuando hablaba de Jack, el rostro más bien taciturno se le iluminaba, pero desde que lo mencionó Charles reparó en que al rector y Maude no les inquietaba lo más mínimo la presencia de Jack en la vida de Grace.

—A Oso le habría encantado estar aquí —le dijo Grace—, pero está en Wagga y aún tardará un mes en regresar a casa. Es un Hombre de Perkins —añadió, como si eso lo explicara todo—. Vende pomadas, lociones y demás puerta a puerta —añadió con una leve sonrisa de afectación—. Es el mejor vendedor de Perkins, y en casa no nos falta de nada.

—No me cabe la menor duda —respondió Charles con su sonrisa más encantadora. «Pobre joven. Tan enamorada de su viajante, tan necesitada de él.



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