Agonía de un planeta by Ralph Barby

Agonía de un planeta by Ralph Barby

autor:Ralph Barby
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción
publicado: 1972-08-09T22:00:00+00:00


entrada al subterráneo donde, al parecer, las fuerzas del monogobierno se hacían fuertes contra los seres que vivían en el exterior, entre el cristal, acero y hormigón, como las fieras salvajes vivirían entré las plantas, arbustos y grandes árboles.

CAPITULO VII

El despacho control de Tox, jefe de seguridad de Xaphara, era espacioso, de forma octogonal. Cada uno de los planos que formaban las paredes era una pantalla, incluyendo la puerta que, al cerrarse, era como una pantalla más que podía entrar en funcionamiento, accionando los controles de mando que Tox tenía a su alcance.

Tox se hallaba sentado dentro de una especie de mesa circular repleta de botones, conmutadores y puntos luminosos de señalización.

Toda la mesa giraba a su voluntad y desde aquel lugar podía controlar todo el planeta, es decir, los lugares donde pudiera haber una cámara observando.

Al otro lado de la mesa de Tox había otro ser vestido también con túnica púrpura, pero portando una franja amarilla de cuatro pulgadas que cruzaba su pecho en horizontal.

No había un solo cabello en su cráneo, cejas o pestañas, y al igual que los demás xapharitas que habían visto carecía de dentadura. Su piel aún no estaba ajada, pero no tardaría mucho tiempo en parecer un esqueleto viviente como los demás de su especie.

Por la forma en que se sintió observado, Yul Slade se percató de que aquel xapharita era del sexo femenino aunque ninguna redondez en su cuerpo lo delatara. En realidad, no podía hablarse de sexo entre aquellos seres, ya que cuando uno quedaba apto para la reproducción era apartado rápidamente y trasladado a una especie de granja.

Los demás carecían de masculinidad o femineidad, era el triunfo o la desgracia del unisexo, según como se mirase. Sin embargo, aquella xapharita debía de conservar algo del sexo femenino en su psiquismo, a Yul Slade le bastó su intensa mirada para constatarlo.

—Me satisface que se encuentren bien y no hayan resultado heridos en el sangriento y desgraciado ataque de que han sido objeto — les saludó Tox.

—Atacaron con objetos contundentes pero carecían de fuerza. Su debilidad es acentuada.

—Sí, hay que admitir que algunos están subalimentados, pero sólo son esos miembros de la resistencia que se esconden dentro de la macrociudad abandonada. Están fuera de la ley y les cuesta obtener el alimento indispensable. Por supuesto, tienen amigos o partidarios dentro de nuestro Gobierno que les ayudan proporcionándoles las vitaminas y proteínas para seguir subsistiendo. Nuestra labor es descubrirlos y darles el justo castigo.

—¿Tan difícil es limpiar la ciudad?

—En apariencia es sencillo, un gas, un ataque minucioso, pero no es tan fácil. Como ejemplo están las ratas de sus grandes ciudades terrestres. Hacen un exterminio que parece definitivo y, sin embargo, a los pocos años vuelven a haber más ratas que habitantes. A nosotros nos ocurre algo similar pero en adelante ya sabrán mejor por donde deben de ir y por donde no para no correr el peligro que ha costado la vida a cinco agentes de seguridad. Alat, aquí presente, será su guía por todo el tiempo que sea preciso.



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