A sangre fría by Mark Dawson

A sangre fría by Mark Dawson

autor:Mark Dawson [Dawson, Mark]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2014-04-15T00:00:00+00:00


14

BEATRIX tardó dos horas en alcanzar la frontera. La carretera de Dadaab era como un lecho de un río ancho y agostado. Con los años, la superficie había sido tan castigada que tenía la impresión de adentrarse en una hondonada flanqueada por terraplenes dispuestos en capas de arena de distintas texturas, desde la dureza de la roca hasta los finos granos del desierto.

Atravesó un puñado de aldeas aisladas, cabañas construidas con cañas en las que se instalaban las tribus del lugar. La carretera coronaba una última colina y luego descendía hacia el paso fronterizo, cerrado por puertas de malla metálica. Una valla de unos treinta metros y en estado ruinoso se extendía a ambos lados y una puerta de madera servía de acceso de un puesto al otro, junto a una garita destartalada. Detrás, a unos diez metros, se alzaba una torre de telefonía móvil, custodiada por media docena de soldados armados a cada lado, frente a frente. Beatrix detuvo el jeep a trescientos metros de la frontera y evaluó la situación.

Los kenianos tenían aspecto duro y fiero, pero su atención se depositaba en el norte. Tal vez en otro momento habría sido distinto, antes del resurgimiento de los combatientes yihadistas en los manglares del otro lado de la frontera. Se habían dado muchos casos de incursiones hostiles que habían culminado en el ataque al centro comercial de Nairobi, donde había muerto tanta gente hacía poco. Se trataba de uno de los pasos fronterizos más peligrosos del mundo, y los jóvenes soldados no tendrían absolutamente nada que hacer si Al Shabab decidía atacarlos con grandes efectivos. Quizá eso explicaba la hosquedad evidente con que revisaban a cualquiera que viniera del sur.

Al otro lado de las puertas, los guardias somalíes estaban más relajados, aunque a Beatrix no se le pasaron por alto los AK-47. Reían, bromeaban y exudaban una arrogancia despreocupada y natural que consideró potencialmente peligrosa. Había esperado encontrar un paso más tranquilo, pero no iba a ser posible por allí. Los yihadistas mostraban una actitud prehistórica con las mujeres y estaba segura de que se produciría un incidente si trataba de atravesar la frontera por ese lugar.

Beatrix había prosperado en su oficio haciendo caso a su instinto y no iba a cambiar ahora.

Dio media vuelta y deshizo los sesenta kilómetros que la separaban de Dadaab.



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