Viaje alrededor del mundo by Adelbert von Chamisso

Viaje alrededor del mundo by Adelbert von Chamisso

autor:Adelbert von Chamisso [Chamisso, Adelbert von]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Viajes
editor: ePubLibre
publicado: 1836-01-01T00:00:00+00:00


DE UNALASKA A LAS ISLAS SANDWICH Y RATAK. LOS RATAQUESES. AMISTAD CON KADU.

Zarpados el 14 de diciembre de 1816 del puerto de Hanararu (Honolulú) tuvimos durante tres días vientos débiles y variables, cuando no calmas. Vimos ballenas (Physeter) en la distancia, y el día 16 fue capturada a bordo una golondrina de mar (Sterna stolida).

El viento hizo acto de presencia el 17 y veloces hicimos al pronto camino. Llovió el 19, y los días 21 y 22 buscamos en vano, por debajo de los 17 grados de latitud Norte, las islas vistas por el capitán Johnstone en el año 1807; pelícanos y fragatas nos sobrevolaban en número ingente. Proseguimos nuestra derrota hacia el SO, corriendo ante el viento con gran velocidad y no poco balanceo, en extremo incómodo. Las aves marinas seguían dándonos incansable escolta. El horizonte fue perdiendo su acostumbrada claridad. Del 26 al 28 buscamos, antes de trasponer los 11 grados de latitud Norte, la isla de San Pedro, pero nuestros esfuerzos volvieron a revelarse infructuosos. Signos de tierra hicieron que decidiéramos correr bordadas durante la noche. El día 29 vimos delfines, peces voladores y ramas y maderos flotantes; el número de aves disminuyó. A partir del día 28 hicimos rumbo oeste entre los grados 9 y 10 de latitud Norte con miras a investigar las islas Mulgraves, barloventeando casi siempre de noche. Y en la del 30 al 31 se desató una lluvia que duró prácticamente veinticuatro horas. Un madero sobre el que se había posado una becada pasó por la mañana junto al barco; la noche anterior habíamos oído ya el canto de muchas de aquellas aves. El viento se había vuelto mucho más regular, y el primero de enero de 1817 habíamos emprendido ya un curso franco hacia el Norte para visitar los grupos de islas vistos en años anteriores; aquella misma tarde divisamos tierra.

Por entonces, las cucarachas (Blatta germanica) se habían multiplicado en el «Rurik» de tal manera, que parecía amenazarnos una auténtica plaga de Egipto. Tiene algo de misterioso, de maravilla, que la Naturaleza permita que un género tan inferior, cuyos individuos se nos aparecen poco menos que insignificantes, llegue a convertirse por su ingente número, resultante del aprovechamiento máximo de su poder multiplicador y de la capacidad de transformar en sustancia propia toda materia orgánica, en semejante e inesperada potencia. Ocultos al hombre, sustraen a la acción de éste las circunstancias que condicionan su medro poblacional; así, aparecen y desaparecen como por ensalmo, y a aquél no le cabe sino contemplar asombrado ese enigmático juego de la Naturaleza. Cuando en otoño de 1817 hicimos nuevamente desde Unalaska rumbo al Sur, las cucarachas habían desaparecido prácticamente en su totalidad y ya no volvieron a hacer acto de presencia.

Otra incomodidad de la vida de mar, compañera nuestra ya desde California, era el hedor del agua de la sentina. En barcos como el «Rurik», que no hacen agua, y en los cuales las bombas funcionan mal por inactividad, aquel inconveniente se hace sentir más que en aquellos donde el constante embarcar y achicar no permite que el agua se estanque y se pudra.



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