Valdor, Nacimiento del imperio E by Chris Wraight

autor:Chris Wraight [Wraight, Chris]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00

Once

Las carreteras pasaban en un borrón de ruido, movimiento lento y ansiedad creciente. Sectores enteros parecían haberse fracturado en un estado de confusión, sacudido tanto por la ferocidad de la tormenta como por la creciente sensación de miedo incipiente. Las cosas nunca se habían solucionado del todo aquí, siempre había habido un aire de impermanencia, de fugacidad. El orden había sido impuesto en el sentido más completo por la promesa de un futuro mejor, en lugar de la realidad de la vida en las afueras de la ciudad: la gente todavía era pobre, todavía tenía hambre y no hacía falta mucho para rascarse debajo de la superficie de la ciudad. eso para revelar el miedo debajo.

“Todo se degrada tan rápido”, reflexionó Kandawire, mirando distraídamente a través del visor empañado de condensación.

Los vagones de tierra habían apagado las vías de tránsito principales, girando entre las torres vacías y los bloques repletos de hab, levantando chorros de nieve y deslizándose incluso sobre sus cadenas. En el centro establecido, bajo la sombra imperfecta del poderoso Senatorum Imperialis, las cosas eran más o menos como siempre lo habían sido, pero una vez que se alejaron, hacia la expansión suburbana y la masa semi-sólida de las viviendas de chabolas, las restricciones se volvieron más flexibles , y los habitantes sabían un poco más sobre lo que estaba sucediendo más allá de esos muros semi completos.

Los Arbites estaban fuera de vigencia, aunque incluso sus lumpen transportadores de personal se resbalaron y explotaron juntas en este vendaval. Un puñado de aviones supresores lucharon a través de la tormenta, los reflectores perforaron la penumbra en barridos fugaces. Algunas multitudes se agitaban con incertidumbre: muchas se dirigían más hacia adentro, otras parecían dirigirse a los sectores perimetrales, sus caras enmascaradas bajaban contra la tormenta y envolvían el entorno.

No estaba claro cómo habían entendido todos que algo estaba sucediendo. Nunca estuvo claro cómo las grandes masas sin educación detectaron un aroma de pánico en el aire. Presumiblemente, alguna torre de sensores de largo alcance había obtenido una señal, luego la transmisión había salido de alguna manera por una línea desprotegida. O tal vez un chiflado de baja categoría, o que se le escuchó, o que había salido de su estación y corrió hacia el frío para dejar escapar lo que estaban viendo.

En cuestión de horas, los individuos tomaban sus decisiones o tomaban decisiones por ellos. Los soldados fueron sacados de los cuarteles y apresuradamente reunidos en las paredes. Los trabajadores fueron enviados desde sus turnos, se les dijo que se quedaran en casa y cerraran las puertas. Los ejecutores recibieron paquetes de municiones nuevos y raciones dobles, y fueron expulsados a la patrulla con órdenes de mantener la situación bajo control, sea lo que sea exactamente.

Cuanto más se acercaban los vagones a las puertas, peor se ponía. Dentro de veinte minutos estarían cerrando en los principales enfoques del sudoeste, sin duda obstruidos con transportadores y transportistas de carga que permanecieron en el asfalto congelado debido al clima de cierre.

Kandawire apartó la vista a tiempo para ver al copiloto inclinarse desde la cabina.

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