Todo lo que debiste callar by Marta Martín Girón

Todo lo que debiste callar by Marta Martín Girón

autor:Marta Martín Girón [Martín Girón, Marta]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2024-05-13T00:00:00+00:00


12. Llamadas

1988

Dos años antes

Bárbara Argandoña

Se encontraba tejiendo cuando el teléfono empezó a sonar. Soltó las agujas y se levantó para contestar. Al segundo tono se cortó. Bárbara permaneció delante del aparato unos segundos.

El «ring…» de una nueva llamada volvió a romper el silencio.

—¿Quién es? —contestó.

Al otro lado no se oyó nada.

—¿Hay alguien ahí? —insistió.

La llamada se cortó.

Estaba acomodándose las agujas y la lana cuando oyó la puerta de casa.

El tintineo de las llaves.

Varios pasos dirigiéndose hacia la cocina.

El sonido de un periódico tirado sobre la mesa.

Más pasos.

—Ya estoy aquí. —Era su marido.

Bárbara alzó la vista de las agujas y se encontró con el gesto serio de Abel. «Ni que se le acabara de morir el perro», pensó ella.

Abel se sentó en el sillón.

—¿Qué tal el día? —le preguntó Bárbara.

—Bien. Como siempre.

Cada dos vueltas, Bárbara alzaba la vista para observarle.

No habían pasado ni cinco minutos cuando el teléfono volvió a sonar.

La mujer hizo amago de levantarse, pero cuando quiso soltar las agujas su marido ya estaba de pie.

—¿Sí? —contestó él. Transcurrieron unos segundos—. Eh… Sí. Se ha equivocado.

Abel colgó ante la expectación de su esposa.

—¿Quién era?

—Se han equivocado.

Lo siguió con la mirada hasta que volvió a sentarse en el sillón.

—¿Y tú qué has hecho? —le preguntó Abel falto de interés.

—Lo de siempre. Limpiar. Comprar para hacer la comida, y ahora estaba terminando la chaqueta que te empecé.

Abel examinó la pieza de lana, cada vez más grande.

—Voy a darme una ducha y a leer un rato —dijo él a la vez que se levantaba. Le dedicó una mueca de complacencia a su mujer y se fue a la habitación a por un pijama limpio.

Después de la ducha, se encerró en la sala de estar, cogió el libro que estaba leyendo de Alejandro Dumas y lo abrió por donde dejó el separador la tarde anterior.



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