Sheol by Jean-Pierre Fontana

Sheol by Jean-Pierre Fontana

autor:Jean-Pierre Fontana [Fontana, Jean-Pierre]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción, Novela
editor: ePubLibre
publicado: 1978-05-15T00:00:00+00:00


13

Roul ya no tenía conciencia del tiempo que pasaba. Hacía horas, quizá días, que avanzaba por el mundo crepuscular de los omuts sin poder calcular la distancia que tendría que recorrer aún para llegar a la salida. El guardia, al que mantenía bajo control, iba delante de él con un andar de autómata que le iba muy mal, pero el joven nómada ya era incapaz de comunicarle el vigor necesario para un simulacro de autonomía. Esta debilidad podía traicionar su tentativa en cualquier momento. Roul lo sabía demasiado bien. Pero su cerebro se entumecía, se agotaba, se acurrucaba desesperadamente en el recuerdo del almacén de víveres. Era necesario aún, siempre, dirigir al Cerebro Central las imágenes de los departamentos de grano, los depósitos de carne, la… Roul tenía miedo de que la emisión se embrollara y falseara la realidad. Su espíritu no podía ceder. Tenía que resistir la fatiga a cualquier precio.

Avanzar. Avanzar más.

La pendiente se hacía más abrupta por momentos. Las paredes seguían reluciendo con uniforme resplandor. De vez en cuando Roul creía percibir un reflejo de sol en alguna roca, pero la esquina siguiente mostraba un nuevo corredor seguido de un nuevo recodo. Parecía que su tormento no iba a acabar nunca. Él mismo se desplazaba en medio de una bruma que era más opaca a cada momento. Debía estar lívido, pero los omuts con quienes se cruzaba no podían leer en su cara la angustia y el agotamiento.

Y de pronto, cuando ya no lo esperaba, apareció el cielo. Roul acababa de pasar, casi sin transición, de la fría luz de los pasadizos subterráneos a la movida claridad de un crepúsculo tranquilo. Se paró. El guardia también se paró, pero con más vacilación. Ante ellos se abría el paisaje agrio, aunque reconfortante y majestuoso, de las Altas Tierras y podía ver los primeros montes.

Tras unos cuantos pasos más, el nómada pudo, por fin, distinguir la explanada que se abría a la entrada de la caverna. Pero tuvo que retroceder vivamente y hundirse en una anfractuosidad atrayendo hacia sí al sumiso guardia. Se acercaba un ruido de pasos que anunciaba una importante tropa.

Estuvo largo rato en su improvisado refugio, más escondido por su prisionero que por la propia roca. El sol desapareció y las sombras invadieron la caverna cuyas paredes se pusieron a relucir débilmente. Pasaron muchos grupos de omuts. Finalmente, Roul pudo arriesgarse a salir de su escondrijo y descubrió el exterior bañado por la tímida luz de las estrellas.

Sintió un estremecimiento de sorpresa, y sobre todo de cólera y angustia. Había centenares de omuts reunidos allí, en un espacio rodeado por altas piedras y como disponiéndose a celebrar una ceremonia. Pero sus temores no nacían de aquellas criaturas. Allí, a su derecha, atada contra uno de los enormes bloques totémicos, estaba Yora, la mujer de Ilmar.

Cuando pasó el primer momento de sorpresa, Roul observó con más atención el espacio ocupado por los omuts. Tal como había pensado, había un impresionante número de ellos y, sobre todo, muchos exploradores y guerreros que guardaban las posiciones extremas de la explanada.



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