Shanghái inmortal by A. Y. Chao

Shanghái inmortal by A. Y. Chao

autor:A. Y. Chao [Chao, A. Y.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-06-01T00:00:00+00:00


16

Un brindis

En cuanto cruzamos las puertas giratorias, el conserje del Hotel Cathay sale corriendo de detrás del mostrador.

—¡Señorita Wang! —grita.

El señor Lee tira de mí para detenerme y me mira con intención. Le devuelvo la mirada y él me presiona el brazo.

—Señorita Wang —dice el señor Lee, arqueando las cejas y con una sonrisa que hace aparecer un hoyuelo en su mejilla izquierda.

Estoy a punto de preguntar quién es esa, pero la mirada del señor Lee me lo impide. Recuerdo entonces que la señorita Wang soy yo. Me da un ataque de risa. El conserje espera con paciencia a que se me pase y pueda responderle.

—¿Sí? —digo por fin empleando mi mejor voz de damisela, aunque sé que hablo arrastrando las palabras.

—Hay unos invitados esperándola en el Horse and Hound —responde el conserje con una brusca reverencia.

Lo miro sin entender nada.

—Perdón, ¿qué ha dicho? ¿Hound?

—Es el bar del hotel. Pasados los ascensores a la derecha.

—Oh. Claro. ¿Y quién…?

El suelo parece inclinarse bajo mis pies y tropiezo, pero el señor Lee me sujeta bien y me ayuda a tenerme en pie.

—Una dama y un caballero. Lo siento mucho, señorita, pero no he tenido oportunidad de preguntarles su nombre.

El conserje saluda y vuelve detrás del mostrador.

Le respondo con un desganado saludo con el puño y arrastrando las palabras digo:

—Esta humilde servidora te ofrece su infinita gratitud.

El señor Lee ríe y tira de mí hacia el Horse and Hound. El bar es un espacio muy acogedor situado en una esquina del edificio. Ventanales altos ofrecen una vista despejada del Bund, que sigue todavía lleno de gente. Las paredes están cubiertas con paneles de madera y los asientos tapizados con cuero de color verde.

—¡Jing! Llevamos horas esperándote. ¿Dónde te habías metido? —dice una voz familiar desde la penumbra.

Fuerzo la vista para intentar centrar las imágenes dobles. Vislumbro una mujer envuelta en gasa de color melocotón que me saluda con la mano desde una mesa situada junto a la ventana. La acompaña un hombre ancho de hombros que le saca cabeza y media de altura. Olisqueo el aire para captar su olor. Gigi. ¿Pero qué huevos podridos hace esa aquí? Sigo forzando la vista. Y poco a poco, su forma borrosa se centra. Tian, ¿cómo se lo hace para llevar un vestido con tantísima tela y aun así dejar tanto escote al descubierto? No reconozco el olor del hombre. Tiene el aroma a jengibre de una criatura yin, pero también huele a pino silvestre y sutilmente a granja. Tiene que ser alguien del reino Celestial. Los yaojing del Infierno suelen oler menos a campo.

El señor Lee tira con delicadeza de mí y me guía hacia la mesa. El hombre que acompaña a Gigi se levanta para saludarnos. Viste pantalón holgado de algodón y una túnica azul sujeta a la cintura con un cordón tosco de cáñamo. Tiene el pelo largo y recogido en una cola de caballo baja. Estilo granjero chic. Levanta la mano para hacer el saludo con el puño contra la palma.

—Honorable Lady Jing.



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