Ocho jueves by Pablo del Río

autor:Pablo del Río [Río, Pablo del]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2024-03-20T00:00:00+00:00

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ADOLFO

A LA SALIDA del trabajo, acompaño a Rosana en busca de alguna referencia sobre Diego en la comarca de Liébana. Peinamos las explotaciones apícolas de varios pueblos. Los seis apicultores con marca comercial a los que hemos visitado niegan que algún chico con ese nombre haya pisado sus instalaciones. Sé que han sido seis porque Rosana acumula ese número de tarros en el maletero. Le da apuro presentarse en una explotación de buenas a primeras y solicitar información sobre un hipotético empleado que hayan tenido hace años. Se interesa por el producto y crea así un clima de complicidad con el propietario.

Nos queda una empresa en la lista. Una vez que la visitemos, daremos por concluido el reconocimiento. Sería una verdadera pena irnos de vacío, cada día que pasa noto que Rosana experimenta una mayor necesidad de localizar a ese chico.

Figura como Miel de Peñaloba. Está ubicada en Mogrovejo, un pueblo del valle de Camaleño. Al entrar en el pueblo reduzco la velocidad al mínimo, pues las calles son estrechas y curvadas. El navegador me conduce entre casas de piedra con balconadas cubiertas de flores y algún que otro tractor de esos enanos uncidos al remolque, ideales para moverse por prados de pendiente notable sin riesgo de volcar.

Al final del pueblo, una vez rebasada la iglesia, giro a la izquierda para tomar una pista de hormigón que sube en dirección al monte. Un indicador tallado en madera reza «Bajo los picos». Debe de tratarse de una ruta de senderistas. Rosana me pide que me detenga para echar un vistazo al plano que sirve para orientar a los caminantes, quiere comprobar que vamos en la dirección correcta. Al parecer, la ruta transita por el monte que cubre la falda de las montañas. Echa un vistazo a la pantalla de su teléfono y me señala un punto. La granja que buscamos se encuentra en un prado colindante al trazado que practican los senderistas.

Arranco por la pista y dejo a mi derecha una escuela convertida en museo. Apenas salimos del pueblo, nos llama la atención una antigua casona en el lado izquierdo con una enorme galería de madera. A su espalda y adosada a la vivienda, se eleva una torre cuadrada de unos veinte metros de altura. Sus almenas recuerdan a la torre de un castillo. Las ortigas y zarzas que crecen en la base de los muros, así como la falta de algunos cristales en las ventanas, aventuran que yace abandonada desde hace años lo que en su día fue una casona señorial.

Continuamos por la pista y sobrepasamos una construcción bastante nueva de color mostaza.

—Supongo que esa nave es un establo para las vacas. En verano las suben a los puertos de Aliva y el resto del año lo pasan aquí —anuncia Rosana.

A unos cincuenta metros del establo aparece a nuestra derecha un camino cercado por árboles y maleza. Me indica que siga adelante, no debe de faltar mucho para llegar a nuestro destino. Tras la siguiente curva de una pista que no hace más que zigzaguear, nos topamos con unas puertas de hierro.

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