No hay un comienzo sin ti by Sonia Puente

No hay un comienzo sin ti by Sonia Puente

autor:Sonia Puente [Puente, Sonia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: ficción, lésbico, romance, LGTBIQA+, LGBTIQA+
ISBN: 9798760428448
Amazon: B09MY7QKZR
publicado: 2021-12-08T23:00:00+00:00


Capítulo 35

Lola

La relación que tengo con Cayden se va afianzando poco a poco con el paso de los días.

Es cómodo estar con un hombre como él, que me mima y me consiente. Hay veces que el miedo me invade por varias razones. Una es que acabe enamorada de él, no podamos seguir nuestra relación y termine con el corazón destrozado. Otra es averiguar qué es lo que realmente siento por Cayden. No quiero que me suceda lo mismo que me pasó con Ian, que recibo tantas cosas que nunca tuve, que me trata tan bien, que esté confundiendo el temor con el amor. Y el tema que más me inquieta es que Emmanuel Hernández me encuentre. Ese hombre es capaz de todo y siempre consigue lo que se propone. Sé que haría lo imposible por quitar de en medio a Cayden y, tiene tanto poder y contactos, que le sería muy fácil conseguirlo.

Resoplo, enfadada conmigo misma por dejar que mis pensamientos siempre acaben en el mismo tema y el rostro de ese malnacido estropee parte de mis fabulosos días. Todo sería perfecto si él no existiera, si no me hubiera hecho pasar por aquel tormento durante dos años.

Contengo la respiración al notar cómo el cuerpo de Cayden se mueve a mi lado. Limpio el resto de las lágrimas que han descendido por mis sienes y decido levantarme antes de que él se despierte y se dé cuenta de mi estado. Consigo zafarme de su brazo que rodeaba mi cintura y de forma sigilosa, como si fuera una ladrona, me refugio en el baño. A pesar de los miedos y de la rabia que bulle en mi interior, el gran espejo del baño me devuelve la imagen de una Lola que perfectamente podría pasar por una mujer normal. Una mujer feliz, afortunada por tener a un hombre tan maravilloso esperándola en la cama. Una mujer completa. Pero estoy muy lejos de esa Lola de cuento de hadas. Paseo mis dedos por el cristal, acaricio mi mejilla reflejada y sonrío.

—Basta de compadecerte, Lolita. Así no conseguirás nada —me susurro mientras cojo una bata que hay colgada y me la coloco para tapar mi cuerpo desnudo. Creo que ya tengo más cosas mías aquí que en el piso de Ian.

Pensando en él, recuerdo que hoy es el día que llega a Boston. Tengo muchas ganas de darle un abrazo, de poder charlar con él hasta que perdamos la noción del tiempo, de que me cuente qué más sabe de Emmanuel Hernández.

No sé qué hora es, pero no quiero retrasarme. Prometí ir a recoger a Ian con Pedro al aeropuerto. Así que vacío mi vejiga y abro la ducha para aclimatar el agua. Como pasa con todo en esta casa, nada tiene que ver con mi ducha de ochenta por ochenta. En esta creo que cabrían hasta veinte personas. Y digo yo, ¿para qué necesita Cayden una ducha tan grande? Hay que decir que es una auténtica maravilla; chorros, luces, música, hasta un secador corporal.



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