Mentiras Virales by Clara Ann Simons

autor:Clara Ann Simons [Simons, Clara Ann]
La lengua: spa
Format: epub
Amazon: B0DFPCPJDX
Goodreads: 218394041
publicado: 2024-10-06T22:00:00+00:00

Capítulo 12

Madison

El destello de la pantalla de mi teléfono móvil comienza a volverse borroso de tanto deslizar el dedo por los comentarios. No debería haberlo hecho, tanto Influencer como mi editora me aconsejaron no mirar las redes sociales. No había ninguna necesidad de compartir que mis cifras de ventas estaban creciendo como la espuma. ¿En qué estaba pensando? Ese es el problema. No estaba pensando, me dejé llevar, estaba volando alto con el éxito, olvidándome de los peligros de internet.

La mayor parte de los comentarios son positivos. Ha empezado a seguirme un montón de gente nueva estos días. Nunca respondo, pero siguen enviando mensajes.

Los primeros me sacan una pequeña sonrisa:

—Felicidades.

—Te lo mereces.

—#Aurison.

—¡Me encanta cómo escribes!

Hasta que todo se tuerce…

—¿Sugar mami?

—Lo que hay que hacer para conseguir más ventas.

—¡Alerta! ¡Relación falsa a la vista!

Se me corta la respiración. Literalmente. Ese último comentario es como una bomba que cae demasiado cerca de casa y me provoca una descarga de pánico que paraliza todo mi cuerpo.

Todo mi mundo se detiene. El corazón late con tanta fuerza que puedo sentirlo en la sien, un tambor frenético que amenaza con volverme loca. Clavo la mirada en esa frase. Esas malditas palabras parecen querer salirse de la pantalla, sobresalen más que cualquier otro comentario.

—¡Alerta! ¡Relación falsa a la vista! —mascullo entre dientes.

Apenas puedo respirar. El aire se vuelve espeso, pegajoso, como si estuviese tratando de inhalar jarabe o miel. Tiemblo, mis dedos crispados sobre el teléfono como si tratase de romperlo.

Uno, dos, tres, tiro de la camiseta para romper el bucle, pero no sirve de nada. Bloqueo la pantalla, la desbloqueo. La vuelvo a bloquear.

Tres veces. Siempre tres veces.

El pánico se arremolina en mi estómago. Una sensación fría y pesada que amenaza con destrozarme. ¿Cómo lo sabe? ¿Influencer se lo ha dicho a alguien? ¿Ha sido Liza? ¿Es tan solo una suposición? ¿Un comentario para hacerme daño? Cada pregunta que me hago a mí misma es aterradora.

Necesito orden. Hacer algo. Desvío la mirada por el salón, buscando alguna cosa que hacer, cualquier actividad que me ayude. Los libros. Sí, los libros. Me lanzo hacia la estantería, cojo un par de libros al azar y los limpio con la manga de mi sudadera. Los coloco de nuevo. Saco otros dos. Los limpio. Los coloco. Saco, limpio, coloco. Tres veces. Tres veces más. Nueve en total.

Pero no es suficiente. ¿Y si llaman a la editorial? ¿Y si cancelan mi contrato? ¿Y si Influencer decide que no vale la pena seguir y me deja sola con este lío?

Pego la espalda a la pared y me voy dejando caer hasta que me siento en el suelo.

—Joe —susurro nerviosa—. Joe, ¿dónde estás?

Necesito a mi gato. Necesito acariciarle, sentir su calor sobre mi regazo. Eso me calmará. Tiene que calmarme.

Pero el gato no viene y yo continúo aquí, atrapada en un interminable bucle de ansiedad. Incapaz de escapar, incapaz de respirar. Incapaz de pensar en otra cosa que no sea ese jodido comentario que amenaza con destrozar mi vida.

—Joe —insisto—. Joe, ¿dónde estás? Necesito que vengas —suspiro.

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