Los hombres de la Revolución Francesa by Louis Madelin

Los hombres de la Revolución Francesa by Louis Madelin

autor:Louis Madelin [Madelin, Louis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1928-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Es verdad que fue elegido sustituto del procurador de la Comuna. Pero, mal visto por el Consejo General, en su mayoría moderado, era sospechoso en el Ayuntamiento, donde trataba, sin embargo, de contenerse.

A partir de ese momento, era más solicitado por los acontecimientos de París que por los de la frontera.

La guerra amenazaba tomar el peor cariz. Los ejércitos de Francia, desorganizados por la emigración en masa de los oficiales y por la indisciplina de los soldados, habían sido vergonzosamente derrotados en los primeros encuentros, de abril y de mayo de 1792, con los austríacos. Prusia se unía a Austria y, al estar Flandes invadida por los imperiales, Lorena iba a serlo por los aliados. Detrás de las dos potencias germanas, Rusia convocaba a toda Europa a la guerra. Contra esa formidable coalición a punto de formarse, era necesario preparar una defensa nacional enérgica. ¿Podía hacerse en el estado de crisis en que vivía el país? Se comentaba que las Fullerías pactaban con Austria. Por más que la misma Asamblea, influida por los hombres de Vergniaud, proclamara a la patria en peligro, la Patria no se salvaría con palabras. Más que todas esas personas del sur, este hombre del este, cuya provincia natal pronto estaría amenazada y, en un momento dado, invadida, estaba dominado por la idea de que la defensa debía primar sobre cualquier otra cosa, pero que no podría organizarse hasta que no se drenara el absceso interno. Soñaba con una revolución que liberara a Francia de las traiciones de la corte y de la impotencia de la Asamblea. Esta paralizaba al rey y el rey, a su vez, la paralizaba. Sí, había que reventar ese absceso y, para empezar a hacerlo, derribar el trono.

Ante el Tribunal revolucionario dirá simplemente: «Yo preparé el 10 de agosto». Más que prepararlo, lo hizo. Todo se mantenía aún en suspenso. Allí estaban los elementos de una revolución, pero se dispersaban. En el Ayuntamiento, la Comuna era hostil al derrocamiento del trono. Danton vio en ello el único obstáculo. Quien poseyera el Ayuntamiento haría capitular a las Tullerías. Mediante la insurrección, había que sustituir esa Comuna constitucional por una Comuna revolucionaria.

En secreto se organizaron los elementos. De los cordeleros surgieron todas las insurrecciones y, al llegar la noche señalada, éstos fueron también los que dieron la señal. El 9 de agosto, al caer la tarde, las secciones se congregaron con espíritu revolucionario, según el plan dictado por Danton. Eligieron nuevos comisarios que, a una señal, acudirían al Ayuntamiento durante la noche para constituir la nueva Comuna. La campaña de los cordeleros daría la señal para desencadenar los hechos.

He narrado en detalle esa noche del 9 al 10 de agosto en casa de los Danton, donde se agitaban los jefes cordeleros. La pequeña Lucie Desmoulins nos dejó un cuadro, emotivo en su simplicidad, de esa trágica hora. El tribuno estaba silencioso, con alterado rostro. «¿Sonará el toque de rebato?», se decían. El hombre, de pronto, se puso de pie: iba a dar la señal, que sería la de la caída de un trono de mil años de antigüedad.



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